Todo parece indicar que los responsables de los partidos políticos que han conseguido representación el 26-M tendrán que tomarse su tiempo para buscar una salida al laberinto de la política ourensana, por lo fragmentadas que han quedado las corporaciones en el Concello y la Diputación. La primera posibilidad pasa porque Rafael Rodríguez Villarino (PSOE-9 concejales) salga elegido alcalde de la ciudad, con el apoyo de los dos concejales del BNG, con el que los socialistas ya han gobernado la institución en anteriores mandatos. Pero en este caso, lo haría con tan solo 11 escaños, tres por debajo de la mayoría absoluta, por lo que el mandato podría convertirse en una carrera de obstáculos, similar al que acaba de concluir, pese a que el popular Jesús Vázquez ya ha adelantado que está dispuesto a facilitar la gobernabilidad, después de sufrir la hiel (o las consecuencias) del bloqueo en su propia piel, como servicio a la ciudad. Si Rodríguez Villarino quiere mayor estabilidad, tendrá que integrar a Democracia Ourensana (7 concejales), previsiblemente con Gonzalo Pérez Jácome como primer teniente de alcalde.

Siguiendo la misma lógica, de permitir que gobierne la lista más votada (12 diputados de 25), Manuel Baltar podría hacerlo en la Diputación, con mayoría simple o con el apoyo del diputado de Ciudadanos. Aquí se abre una doble posibilidad. Pueden resultar elegidos diputados provinciales el exportavoz popular José Araújo o el responsable de organización de Ciudadanos, Laureano Bermejo, que ya se han mostrado "abiertos al diálogo", por lo que Baltar tendría más fácil llegar a un acuerdo con ellos, o que los diez concejales que ha sacado el partido de Rivera en la provincia acaben eligiendo diputada a principios de julio a la portavoz en Xinzo, Montse Lama, que ya ha manifestado que "Ourense necesita mejores políticos, mejores políticas, avanzar y regenerarse", por lo que apunta a un pacto a cuatro. Ciudadanos tiene que sopesar a fondo esta posibilidad, porque la elección de Montse Lama (ha tenido 583 votos en Xinzo y un solo concejal), dejaría sin representación a la ciudad de Ourense, que ha aportado 4.864 votos y dos concejales.

Tampoco se puede descartar la posibilidad, temida por algunos, de que intervenga el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para imponer la postura de Madrid, mediante un intercambio de cromos con otras fuerzas, a pesar de que la propuesta la realizará el responsable de organización de Galicia, Laureano Bermejo.

La segunda alternativa es que se produzca un pacto global PSOE-Democracia Ourensana, como pide Pérez Jácome, para gobernar el Concello de Ourense y la Diputación, pero para eso tendrían que incorporar a Ciudadanos y al BNG en la institución provincial, lo que supondría traspasar una doble línea roja. Los de Rivera tendrían que cogobernar con nacionalistas, independentistas, y el BNG tendría que hacerlo con Ciudadanos, un partido que se ha mostrado a favor de aplicar el 155 en Cataluña.

Por último, tampoco se puede descartar la posibilidad de que el PP le brinde en bandeja de plata la alcaldía de Ourense a Gonzalo Pérez Jácome -que tantas veces ha reclamado-, a cambio de que Democracia Ourensana apoye a Manuel Baltar en la Diputación, algo que ya se había filtrado los últimos días de campaña.

Pero más allá de la importancia que puedan tener las llaves, bisagras y perchas que algunos partidos creen tener, basados en los resultados que les han dado las urnas el pasado domingo, lo que tendría que primar por encima de todo es el interés general de la ciudad y de la provincia, para buscar con acierto la salida del laberinto de la política ourensana. El Concello no se puede permitir otros cuatro años de bloqueo, esperpento e insultos, en los que prime más el ego y las ambiciones personales que la gestión para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y el trabajo eficaz para que Ourense no pierda el tren como tercera ciudad de Galicia.

Eso implica labrar consensos, promover medidas de amplio respaldo, trasladar al debate la coherencia y el sentido común, formular propuestas y encajar renuncias, liquidar el maniqueísmo y la manipulación. Pónganse a ello.