Cuando hablamos de paganismo tenemos la sensación de que nos trasladamos a la época del Imperio Romano.

La creencia en un dios es una realidad que el ser humano tiene desde sus orígenes. Cuando San Pablo predicaba en Atenas y quería hablar de Jesucristo, hombre Dios, hablaba del Dios desconocido que ellos adoraron.

El paganismo se caracteriza por la creencia en muchos dioses: el sol, la luna, el firmamento y, en tiempos romanos, el emperador.

El ateísmo es una cosa más reciente. No tiene más de tres siglos. Niega la existencia de Dios y aparece de una forma importante a partir de la Revolución francesa.

Pero el paganismo en la actualidad aparece de muchas formas: el nuevo dios es el dinero. En la mayoría de las veces se cree que con este se consigue todo y aplican en sus vidas una máxima del comunismo: "El fin justifica los medios" . Y para conseguirlo son despóticos con sus empleados, con sus equipos y con su familia, consiguiendo crear un infierno en su ambiente profesional y familiar.

Otro nuevo dios es el éxito personal y profesional. Es bueno que tanto el hombre como la mujer sean unos buenos profesionales, pero no a costa de no atender a su conyugue o a sus hijos. El resultado puede ser dantesco: consiguen un fracaso familiar y un ambiente enrarecido.

Otro nuevo dios puede ser el sexo. El sexo es algo maravilloso que Dios creó para la procreación y alivio de este caminar en esta tierra llena de contratiempos y dificultades. El sexo hay que dominarlo porque si no somos unos auténticos esclavos. Aunque la esclavitud ha sido abolida hace muchos años.

Muchos ateos basan su afirmación de negar a ese Dios en que muchos creemos en la inmensidad del firmamento y en las maravillas de las miles de galaxias y que, precisamente por esa grandiosidad y maravilla, nace la necesidad de creer en un Dios hacedor de todo esto.

Hace 2019 años nació Jesucristo: hombre Dios, en Belén. Y murió en una cruz y lo importante es que resucitó al tercer día y fueron testigos cientos de discípulos y estos defendieron su resurrección con sus vidas.

Lo importante no es solo creer en la trascendencia Lo importante es vivir su doctrina, que nos hará que este mundo sea un paraíso.

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