Los electores hablaron y decidieron cambio, igual que habían hecho en 2015 en sentido contrario. A los políticos les toca tomar nota y trabajar desde el lugar en el que los han colocado, y cuanto antes se den cuenta, mejor para todos. José Crespo vuelve a saborear las mieles del éxito y dice que la travesía del desierto que fueron los cuatro años de oposición le sirvió de lección. Deberá demostrarlo y, por el bien de Lalín, no caer en los mismos errores por los que sus vecinos ya lo castigaron. No vale gobernar desde las alturas, y menos en la política municipal. Hay que bajar al mundanal ruido y escuchar a la ciudadanía. Pero no solo el ganador debe extraer lecciones del 26-M. La autocrítica es una exigencia para los socios del cuatripartito, especialmente los dos castigados por el electorado: Compromiso y PAC. Ambos deberían preguntarse por qué el pueblo les retiró 368 y 313 votos, respectivamente, sobre todo en el caso de Rafael Cuíña, que no supo rentabilizar su acción de gobierno. Cuánto más tiempo pierdan en buscar la paja en el ojo ajeno, más tardarán en ver la viga en el propio.