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La corporación de la segunda modernidad

Comienza un mandato municipal que augura ser intenso en cuanto a grandes obras -Ciudad de la Justicia, plan de Thom Mayne para la estación, rehabilitación de la Panificadora-, y de modernización de la ciudad, con la práctica culminación de las humanizaciones urbanas.

Es un reto que requiere una corporación potente, en la cualificación de los miembros del gobierno, y una oposición a la altura, por el imprescindible papel de control que debe desempeñar.

Parece que pueden cumplirse ambas hipótesis. En pocos ayuntamientos de España habrán coincidido en el gobierno dos exministros, una exconselleira de la Xunta, exdiputados y parlamentarios autonómicos, que se complementan con profesionales de diversas actividades y experiencias que garantizan un nivel propicio para cumplir los objetivos.

A priori, el mandato que se inicia tras las elecciones de ayer suscita confianza en el futuro de la ciudad. Cabe encuadrarlo en la segunda modernidad de Vigo.

Podría compararse al porvenir que auguró Antonio Palacios, cien años antes, en la conferencia que pronunció en el Odeón, en la Semana Cultural de la Sociedad "La Oliva", donde planteó la tesis de "El Vigo futuro", que asumieron los vigueses con un entusiasmo indescriptible. ¡Era una ciudad increíble la que diseñaba!

Eso explica que, pocas semanas después, el Ayuntamiento lo nombrase "Hijo Adoptivo de Vigo", respondiendo "al sentimiento unánime del pueblo".

Ocurrió en 1919, con una corporación que podría decirse introductora de la primera modernidad. Un pleno también de quilates por su composición, que presidía un gran alcalde, Lago Álvarez, en la que formaba su sucesor, Ceferino Maestú, y personajes como el médico Waldo Gil, el impresor Cao Moure, los empresarios Botana Cadaval y Gerardo Campos, y profesionales y emprendedores prestigiosos. Ser concejal era un honor y concurrían a las elecciones personas muy significadas de la ciudad. Las corporaciones de entonces están llenas de apellidos ilustres.

¿Porqué puede denominarse de la primera modernidad a aquella corporación? Por su sensibilidad y los proyectos, las obras que emprendieron y los asuntos que abordaron que suponían una transformación de la ciudad, no solo física sino en los hábitos. Por ejemplo, la limpieza urbana -el barrio de Casablanca era un estercolero y se pavimenta e instala la red de alcantarillado-, un aspecto de la vida ciudadana que se mantiene y actualmente es una de las urbes más limpias de España.

El respeto a los animales, tras denunciar el maltrato que sufrían. La atención a la infancia, abriendo parques para que los niños pudieran jugar.

En el plano laboral, prohibiendo que "los obreros municipales trabajen más de 8 horas".

Se avanza en la construcción del nuevo hospital en la "granja de Regueiro", obra de los arquitectos Jacobo Estens y Gómez Román; dotan "de material útil y moderno" a los bomberos, proponen la construcción de una nueva lonja, vigilan la higiene en los mercados y construyen escuelas en Navia y Sárdoma.

Incluso se llega a plantear el trazado de una línea de tren directa a la frontera francesa, en colaboración con las provincias de León y Burgos.

El Ayuntamiento afronta un empréstito de 10 millones de pesetas -¡el presupuesto del año no llegaba a 3 millones!-, para "mejoras y embellecimiento de la ciudad", ya que, como dice Maestú, "habrá que pensar en grande" al acometer la operación del Vigo futuro.

También es la antesala del Vigo vanguardista de los años veinte. A comienzos de 1921 se crea el Ateneo, dos años después se configura un cenáculo del "ultraísmo", la corriente de vanguardia a la que se adscribió Borges, y aflora un enjambre de artistas a la estela de Castelao y Federico Ribas.

La sensibilidad y los signos de comportamiento descritos que la sociedad ha ido asumiendo como naturales, entonces no lo eran. La inquietud que los suscitó señala el comienzo de la primera modernidad de Vigo, iniciada por una corporación dispuesta a recuperar el tiempo perdido por la Gran Guerra. Lo festejaba con la apertura de la calle de la Paz, un nuevo vial que unía Peniche con Beiramar, a punto de cumplir cien años.

Lo que caracteriza a aquella corporación era que pensaba a lo grande y no se conformaba con las soluciones de trámite. Imaginaba el Vigo futuro, en una ciudad en permanente transformación, desde la base de una sociedad dinámica como la viguesa.

Una actitud - pensar a lo grande - que sin duda debe compartir la corporación que ahora reinicia el gobierno, para llevar a Vigo a la segunda modernidad. A la contemporaneidad que distingue a las ciudades de referencia.

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