Hay quien considera que el planteamiento del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) de recomendar para este año un incremento de alrededor del 17% en la pesquería de la xarda no es otra cosa que un globo sonda para conocer la reacción del sector de la pesca artesanal española. Otros dan por hecho que tal recomendación tiene muchos visos de convertirse en realidad, por cuanto el ICES es un organismo muy a tener en cuenta por las autoridades marítimas comunitarias.

Pero, sea una u otra la cuestión, es el caso que el sector ha comenzado a responder y la respuesta no es otra que un grandísimo malestar con el ICES, con la Unión Euroipea y, de paso, con los responsables pesqueros españoles (entre estos la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, a cuyo presidente, Basilio Otero, responsabilizan de las continuas zancadillas que, desde Bruselas, se vienen poniendo a cualquier intento que el propio sector pesquero español pone en las negociaciones para tratar de mejorar no solo su rentabilidad, sino también su modernización y la sostenibilidad de la pesca.

Para una organización como la "Irmandade Mariñeira de Galiza" el anuncio de ese posible cambio en el monto del cupo de caballa es una "nefasta noticia". Esta significaría un aumento de casi el doble del previsto; pero llega tarde porque la especie ya ha abandonado las costas de España y su captura "es imposible" para la flota artesanal y costera española y, en especial, la gallega.

Para la citada Irmandade, los marineros de la flota artesanal están sufriendo el "desprecio" del Gobierno español y la pasividad de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, y constata que "una vez más, las políticas pesqueras van encaminadas al beneficio único y exclusivo de la gtran flota industrial del gran capital transnacional".

Analizando con detenimiento la recomendación probable del ICES de renegociar al alza la cuota de la xarda, no cabe duda de que sería una medida que beneficiaría al sector pesquero. Pero si, como dicen también los profesionales de la pesca de bajura, la autorización de tal incremento se produce ahora, cuando la especie en su migración permanente se encuentra en distancias prácticamente inalcanzables (por lo costoso del desplazamiento) de la flota artesanal, a qué vienen las alharacas si, al fin y al cabo, ese aumento no se va a traducir en un verdadero beneficio para una flota que tan solo recibe varapalos.

Al margen de los planteamientos del ICES la situación evidencia una vez más el nulo interés y el más absoluto desconocimiento por parte de la UE de lo que la flota artesanal significa para un Estado Miembro que, como España -y especialmente las comunidades autónomas de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco- tanto depende de la pesca. Sabe la Unión Europea que el caladero nacional Cantábrico Noroeste tiene en la pesquería de la caballa una de las mejores salidas económicas del sector pesquero de la zona norte y noroeste de España. Pero sigue sin encontrar una justificación a su desinterés.

Me gustaría saber si, de darse esta misma situación en el sector agrícola, la UE mantendría la misma actitud con otros Estados miembros como, por ejemplo, Francia.