Como uno recuerda que cantaban en el Carrusel Deportivo... Penalti en Ipurua, gol en Las Gaunas, descanso en el Villamarín y... sorpresa en Alhaurín de la Torre. Un municipio de la provincia de Málaga. El caso es que sorprendentemente, sin mucho ruido ni resonancia ni eco, Mariano Rajoy, sí, Mariano Rajoy, fue al mencionado municipio, a hacer campaña. Nada de mítines grandes, importantes, en urbes y junto a Casado. No.

Fue a apoyar al alcalde popular, Joaquín Villanova, que lleva la tira de años de alcalde y con el que intimó en el Congreso de los Diputados. Aquí lo que nos interesa es dónde llevarían a Rajoy a comer o cenar, si hubo puros, si buen whisky a los postres, secretos de estado, cotilleos de alto nivel. Y si Rajoy sopesa comprarse un adosado en el municipio. Llegó a reivindicar su legado y su tiempo al frente del PP y vino a no nombrar a Pablo Casado, al que efectivamente no nombró ni una vez (25 minutos de intervención) en lo que constituye un ninguneo de libro. Pero de libro con sonrisa, al estilo Rajoy. A Rajoy lo recogieron, a estos hombres de estado siempre hay que recogerlos, y lo llevaron en buen automóvil por los riscos y carretera que conducen a Alhaurín de la Torre en día de calor, chaqueta clara, algo menos de barrigamen, registrador de la propiedad que dice no sentir añoranza. Lo mejor es que dijo que "lo mejor está siempre por llegar", lema que al cronista le seduce mucho y que enarbola en cuanto puede. Decir lo mejor está siempre por llegar a su edad y con una moción de censura a sus espaldas es ser optimista pero de los optimista fundador del optimismo, no optimista de nuevo cuño. Ciertamente y como dijo alguien segundos antes de ser ahorcado, todo puede empeorar.

Rajoy ya no atrae grandes focos ni genera gordos titulares ni precisa gran aparato de seguridad para sus desplazamientos. Se siente libre en Alhaurín. Y eso que en la provincia de Málaga cuando se dice que alguien va a acabar en Alhaurín nos estamos refiriendo a la cárcel.

En el acto se lanzó el mensaje de que hay un amplio PP no es casadista y sí del PP de siempre, del que es como Dios (Rajoy) manda y no de este, regresivo, aznarista, descapullado, alicaído y abofeteado en las generales; radical, derechón y voxero.

Rajoy en Alhaurín. Un pueblo del sur ha escogido para reivindicarse. Ya no hay giras en grandes ciudades para llenar plazas de toros. Es todo más íntimo, como esos artistones consagrados que se dan el capricho de una girita por ciudades medias actuando en pequeños recintos. A fin de cuentas es un señor bien de provincias. Y es en esa España de provincias, de Alhaurín, Soria, sin los focos de la Corte, barbacoa, el niño estudiando unas oposiciones y emperifollado aperitivo dominical, donde se siente a gusto. Tal vez hasta querido.