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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los perjuicios

A estas horas, y comprobado que el señor Iglesias es una de esas personas que tropieza en la misma piedra no solo dos veces, sino muchas más, y ratificado que entre sus hábitos políticos está el de intentar que cuanto dice, errores incluidos, se convierta en dogma para sus seguidores y algún despistado que ande cerca, no queda otro remedio que dedicarle tiempo incluso cuando falta tan poco para que concluya la campaña electoral. Que, por cierto, intenta protagonizar, al menos en Galicia, al insistir en sus diatribas contra "los ricos" y agitar en el Grupo PSA un conflicto laboral que resulta cuando menos arriesgado.

Lo expuesto no se critica porque don Pablo haga lo que todos hacen, que es aprovechar cuanto crea que le puede dar votos, sino por los asuntos en concreto y la forma de abordarlos. Tal como están las cosas en la economía, y el panorama que muchos expertos dibujan, resulta irresponsable aplaudir posturas sindicales que solo conoce por referencias interesadas. Y, que sin discutir el derecho constitucional a la huelga, debería conectarse mejor a la realidad y aplicarse a la posibilidad efectiva de modificarla sin que el remedio llegue a ser peor que la enfermedad. Y menos aun, dicho desde la opinión personal, mezclando situaciones diferentes.

Cuanto precede no significa que PSA deba tener patente de corso para imponer sus criterios por la brava, pero tampoco que sus trabajadores, a la hora de reclamar, planteen situaciones que causen efectos negativos serios en el proceso de producción. O que olviden declaraciones recientes de la dirección analizando una muy buena valoración de la factoría gallega, pero recordando que el mañana no está escrito. Lo que no ha de leerse como amenaza, pero seguramente tampoco a modo de boutade. Y lo que ese Grupo significa tiene una dimensión que atañe a Galicia entera, detalle que Iglesias debería tener muy en cuenta.

Nada de eso significa temor al futuro ni actitud de mansa prudencia laboral a lo que en Podemos llaman prepotencia del capitalismo. Solo se piden dosis inteligentes de los sentidos común y de lo común que, sobre todo el segundo, ya se ha dicho otras veces que escasean aquí para según qué cosas. Por ejemplo, y también en referencia al dirigente podemita, se demuestra en sus análisis acerca de lo que en cualquier país democrático se llama mecenazgo, y que solo un despistado confundiría con limosneo. Y el señor Iglesias puede ser muchas cosas, pero no esa, lo que permite suponer en su postura un interés electoral.

Por lo que respecta a sus críticas a la persona y tarea del señor Ortega, uno de los ejemplos más claros de lo que la cultura empresarial anglosajona llama -y alaba- un triunfador self made man, a la ya citada cadena de errores se une el ataque a la libertad para disponer -de forma reglada y controlada- de recursos que alguien ha obtenido con trabajo e inteligencia durante toda una vida y que es un derecho de las sociedades democráticas. Y descalificar su uso con argumentos sectarios y demagógicos solo demuestra una estrechez de miras que debería inquietar a quienes puedan ser gobernados, a cualquier nivel, por adeptos a tan viejas teorías.

¿No...?

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