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Luis M. Alonso.

La patata caliente

Batet y la decisión de suspender a los diputados acusados de rebelión

Batet no ha tardado en judicializar la política. Ella que tanto decía de la judicialización cuando Rajoy corría a esconderse detrás de los ropones para no tener que decidir sobre el asunto que más calienta. Pero a veces ocurren estas cosas y, ahora, la flamante presidenta del Congreso ha devuelto al Tribunal Supremo la decisión de suspender a los diputados presos acusados de rebelión. No sabemos si para ganar tiempo antes de las elecciones del domingo o con el fin de traspasar una responsabilidad que bien podría ejercerse desde las propias Cortes invocando el reglamento. Pero no, que sean los jueces, la ley de enjuiciamiento criminal y no la Mesa de la Cámara, quienes decidan si unos políticos imputados, provisionalmente en la trena, deben asumir cargos públicos en esta legislatura que nace en medio de una tormenta con fuerte aparato eléctrico.

Todo ello resulta aún más chocante cuando son los propios partidos los que fijan normas para concurrir que alejan a cualquier imputado o sospechoso por delitos menores del ejercicio de la política. No hay quien entienda este país. Demasiadas veces a lo largo de la historia ha sido un jeroglífico y en la actualidad compite con el más endiablado sudoku.

La Fiscalía ha pedido que se aplique de inmediato el artículo que impide a los terroristas o rebeldes ostentar función o cargo público, algo que parece de lo más lógico. Pero lo único que no hay en este momentos es prisa para suspender a los diputados presos que mientras tanto siguen haciendo campaña en contra del Estado que duda si acogerlos o no en el Congreso.

¿Que cómo va Huawei? Mal, gracias.

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