Severino Martínez renunció al cargo de concejal en 1930 porque nunca tuvo ambición política. Sin embargo, la segunda vez no pudo negarse, cuando a finales de 1936 el gobernador civil, Ricardo Macarrón, incluyó su nombre para formar un nuevo Ayuntamiento junto a José Puig, Valentín Muiños, Casiano Peláez, Claudio Losada, Celestino Fontoira, José Lino, Rafael Varela y otros pontevedreses bien conocidos. Y no fue un concejal raso, sino que ejerció como 4º teniente de alcalde por elección de sus compañeros.

Aquella representación le obligó a implicarse mucho en las tareas municipales como miembro de la Comisión Permanente, y allí trabajó codo con codo con los alcaldes Eladio Becerril y, sobre todo, con Ernesto Baltar, hasta la conclusión de la Guerra Civil. Luego no ocupó nunca más otro cargo político.

Durante su época de concejal fue cuando se aprobó definitivamente el trazado de Cobián Roffignac, donde cedió algunos metros para facilitar su alineamiento y anchura. Su corporación hizo cuanto pudo, que no fue mucho, por afrontar el problema de la traída de agua que sufrió la ciudad durante tanto tiempo. También encargó la confección de un Plano de Ordenación, a partir del proyecto existente y no sancionado por la autoridad competente.