A estas alturas, y a pesar de que cuanto le ha caído a la pesca gallega -en el marco general de la española- en los últimos años, sorprende la actitud del comisario europeo no solo porque niega fondos para la modernización de la flota, sino por su argumentario para explicarlo. Y es que afirmar que "lo que se busca con la mejora es pescar más" resulta una boutade, cuando no una mala maniobra dialéctica para disfrazar un recelo que si nunca debió ser generalizado, hoy en día ya no tiene fundamento. Los buques gallegos y españoles no infringen las normas comunitarias más que los de otros países de la UE y desde luego mucho menos que los de terceros con los que Europa mantiene relaciones comerciales sin que se le presenten problemas de "conciencia".

Desde un punto de vista personal, las patadas que se le propinan a la flota gallega en su conjunto y sin motivo fundado -que acaso existe en episodios ahora aislados y menguantes- no tienen una respuesta ni una defensa adecuadas por parte de los respectivos Gobiernos. Y lo peor es que una parte de las opiniones pública y publicada parecen asumir las sanciones correspondientes no solo como si fuesen justas en su totalidad -lo que es al menos discutible-, sino "normales" en el marco falso de una especie de pirateo pesquero generalizado. Algo que, y procede insistir en ello, no se corresponde con la realidad.

(La mención a la actitud de los Gobiernos precisa algún matiz. Primero porque no puede equipararse la capacidad de respuesta entre el central y el autonómico y, con respecto al primero, porque lamentablemente y con leves diferencias, hay que convenir en que a pesar de formarse por distintos partidos en estos años, la defensa del sector no ha sido la que se necesitaba. Hay, o al menos a veces lo parece, una especie de complejo de culpa que ha lastrado las posibilidades de explicarle a la UE cuál es la auténtica realidad actual de la pesca gallega. Y eso se ha notado, mucho y para mal.)

Las causas de cuanto, en opinión de quien escribe, no se limitan a la timidez gubernamental o a la falta de cauces adecuados para un diálogo necesario. Es verdad que el abandono, al menos aparente, del que en su día asumió "Madrid" a propuesta de don Manuel Fraga, ha perjudicado los intereses de Galicia. Porque la presencia directa de la Xunta en las reuniones en Bruselas acerca de asuntos relacionados con el sector era un paso clave para aquel mejor conocimiento imprescindible de lo que está efectivamente pasando en esa actividad marítima.

Ahora, y aunque pueda parecer una ingenuidad, se presenta al menos en teoría una buena oportunidad para corregir ese escenario. Porque parte de la situación, e incluso del citado complejo, es también resultado de la influencia de un sector muy activo del ecologismo en las sociedades de miembros poderosos de la UE y por tanto en sus gobiernos; algo que no es negativo, siempre y cuando todos manejen datos ciertos sobre las causas de lo que se considere lesivo. Y la reciente victoria del PSOE, bastante más a la izquierda que la media de la actual socialdemocracia europea, podría suponer un cauce de contactos con ese movimiento "verde" con el que quiere conectar más y mejor el señor Sánchez. Habrá que ver si sus representantes en Galicia tienen el peso y la habilidad precisos para convencerle de que actúe de una vez en la eliminación de esos complejos.

Ojalá...