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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Retirada de una fragata

Entretenidos como estábamos en asuntos de interés cercano (elecciones locales, autonómicas y europeas) nos hemos visto sorprendidos con la noticia de la retirada de la fragata Méndez Núñez que actuaba como escolta de una fuerza aeronaval estadounidense con la que circunnavegaba el globo en una misión cuyo objetivo último no conocemos.

El buque insignia de esa fuerza es el portaaviones nuclear Abraham Lincoln y la fragata española era el único buque no norteamericano formando parte de ella. La Méndez Núñez había partido de Ferrol hacia el Mediterráneo en el pasado mes de enero y una vez integrada en la flota debía de poner rumbo a una singladura de seis meses de duración hacia el mar Rojo, golfo Pérsico, océano Índico, mar de la China, océano Pacífico, Canal de Panamá y regreso de nuevo a España.

En cierto modo, una circunnavegación del mundo parecida a la que protagonizaron el portugués Fernando de Magallanes y el vasco Juan Sebastián Elcano entre 1519 y 1522 con salida y llegada en Sanlúcar de Barrameda. En aquella ocasión los navegantes actuaban siguiendo las directrices del tratado de Tordesillas (cuando Portugal y España se repartieron el nuevo mundo) y volvieron a casa cargados de especies.

En esta, en cambio, el imperio lo circunvala en misión militar de vigilancia en alerta de un hipotético ataque. Un ataque que si no existe se inventa para justificar una respuesta demoledora o como describe el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, con el empleo de una "fuerza implacable". La agresividad militar del presidente Trump contra Irán ha ido creciendo peligrosamente desde que hace un año Estados Unidos se retiró del pacto de no proliferación nuclear que hasta ahora se respetó escrupulosamente por la República Islámica.

Pero eso no parece bastarle al actual inquilino de la Casa Blanca y sigue apretando las tuercas mediante restricciones comerciales y con la aparición de sospechosas denuncias de agresiones a petroleros saudíes. Enfrentados como parece a esa lunática escalada de la tensión parece cuanto menos prudente que la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, haya ordenado la retirada de la fragata Méndez Núñez del teatro de operaciones para no verla implicada de forma directa en un conflicto armado de alcance imprevisible.

A la hora de escribir este artículo todavía desconozco las reacciones de los partidos políticos a esta medida del Gobierno, aunque no cabe descartar que vayan a denostarla todos aquellos que descalifican cualquier clase de crítica a la política de Washington con el resobado argumento del "antiamericanismo infantil".

En el pasado, Rodríguez Zapatero tuvo que oír auténticas enormidades por no haberse levantado al paso de la bandera de las barras y las estrellas durante el desfile militar del día de las Fuerzas Armadas cuando era el líder de la oposición. Y más todavía cuando siendo ya presidente ordenó la retirada de las tropas españolas de Irak, en cuya guerra nos había involucrado Aznar, el hombre que se atrevió a poner las botas sobre la mesa del rancho de los Bush. Dicho esto, queda por aclarar cuál era la misión de la fragata Méndez Núñez en esa cicunnavegación y cuál era la razón de su presencia como único buque de guerra no estadounidense. Supongo que habrá una explicación razonable.

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