No es la primera vez que ocurre. En el Teatro de San Carlos de Nápoles, en el transcurso de un acto oficial, el Rey Felipe y su padre el Rey emérito, Juan Carlos I, escucharon una interpretación del himno de España que incluía un coro, y el coro cantó la letra de José María Pemán. El anfitrión, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, ya estaba pidiendo disculpas a los monarcas antes de que finalizara la pieza. Más rápidos todavía han estado los políticos y periodistas que han señalado que la letra de Pemán no era -por decirlo así- una criatura franquista. El escritor gaditano la había garabateado por encargo de Miguel Primo de Rivera en 1928. Una aclaración tan veloz y tan enérgica no deja de ser curiosa.

Es cierto que Pemán escribió el himno en 1928 como una solicitud de Primo de Rivera. Pero quizás no sea insignificante recordar que Primo era un dictador y Pemán un todavía joven escritor que practicaba una poesía ligeramente ñoña y escribía en "El Debate" -periódico catolicorrón dirigido por Ángel Herrera Oria- desde un conservadurismo enemigo de cualquier veleidad reformista. La dictadura primorriverista acabó pero Pemán demostró una gran actividad política (antirrepublicana primero y fascistoide después) durante la II República. Su franquismo no fue epidérmico: estuvo colmado de gratitud y admiración por el gran matarife de la Guerra Civil. Era un franquista entusiasta con un corazón prudentemente monárquico: el Generalísimo le había salvado las fincas y don Alfonso XIII -y después Don Juan de Borbón varado en Estoril- le proporcionaban un sentido histórico de andar por casa muy reconfortante. Lo mejor de Pemán como escritor fueron sus artículos de prensa: era mucho mejor columnista que poeta o comediógrafo. Pero también fue un activo cómplice de la dictadura franquista hasta el final, el escritor más popular del régimen durante varios lustros, el autor de esa tremenda bazofia -entre otras - titulada "Poema de la Bestia y el Ángel", donde practica una suerte de cursilería enfática fascinada por la violencia y la brutalidad. En los años cincuenta se rió ligeramente de Primo de Rivera. En los setenta hizo bromas más o menos crípticas sobre Franco. En esas burlas, apenas murmuradas, es detectable el desprecio del señorito por sus medianeros entorchados. Recuerdo algunos de sus horrendos versos guerracivilistas: "En alto el brazo juramos/cara al Sol de la Victoria/hasta la muerte luchar/que por España tenemos/con la muerte o con la gloria/una cita en alta mar". No está mal para un hombre que nunca pegó un tiro, que jamás se ensució el chaleco en una trinchera y que durante la guerra recorría los frentes para leer sus versuchos y pronunciar conferencias sobre el destino uno, grande y libre de la patria, un esfuerzo culminado siempre con una buena cena con el general al mando y la noche en el mejor hotel de la provincia.

De manera que sí, que el presidente italiano hace muy bien en disculparse, en disculparse mucho y rápido, porque que te canten el "Cara al sol" como himno nacional en el año 2019 no es solo un error muy desagradable. Sería interesante observar el rostro de Mattarella si es recibido por los acordes de Giovinezza, Salve a patria immortale/Som rinati i figli tuoi/con la fede e l'ideale?