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la mirada

España no es el barrio de Salamanca

Feijóo presume de que sus tres mayorías absolutas también se alimentan de electores progresistas y moderados

| Un baño de centrismo y de realidad. En 1989, Manuel Fraga ganó sus primeras elecciones autonómicas con el lema Galego coma ti y el apoyo de una fuerza conservadora de tintes galleguistas como Centristas de Galicia. Fraga supo escuchar y entender al electorado al que pedía el voto. Durante 16 años fue el punto de equilibrio entre sensibilidades diferentes, conocidas entonces como el PP de la boina y el PP del birrete.

Alberto Núñez Feijóo sucedió a Manuel Fraga en 2006, y aunque inclinó la balanza hacia el PP del birrete, nunca se desentendió ni dio la espalda al PP de la boina, el referente de la Galicia rural. Supo y sabía que para aglutinar el apoyo del 47,56% de los electores, como sucedió en septiembre de 2016, debía integrar "distintas sensibilidades" y no apostar por "el pensamiento único ni intransigente", como dijo ayer en O Pino.

Feijóo presume cuando tiene ocasión de que sus tres mayorías absolutas no se alimentan solo de voto conservador, también de electores progresistas y moderados. Ese fue el recado que el líder de la Xunta envió ayer a Pablo Casado. Él no sería presidente de la Xunta pensando que Galicia se reduce a los vecinos de García Barbón en Vigo, porque Galicia también es la aldea de Barcela en Negueira de Muñiz, uno de los concellos más pequeños de la comunidad, y Casado y sus asesores no debieron pensar que España se limitaba al barrio de Salamanca en Madrid. Por ello, el titular de la Xunta le conminó a reconstruir un "gran partido de centro, amplio, de las mayorías, donde convivan todos".

Pablo Casado vino ayer a darse un baño de centrismo y moderación, lo que le faltó durante la campaña. Y Feijóo se lo llevó a comer carne ao caldeiro, pulpo y empanada a una romería del PP en O Pino, un concello coruñés de menos de cinco mil habitantes, regido por el PP y donde el pasado domingo los populares ganaron por goleada con el 43% de los votos. Allí los votantes del PP hablan gallego y castellano indiscriminadamente, y se llevan las manos a la cabeza cuando la Messi del PP, Cayetana Álvarez del Toledo, tilda de nacionalista a Feijóo por su "política lingüística". Los electores de O Pino no tienen entre sus preocupaciones el aborto que "ya practicaban los neardentales" o la aplicación del 155 en Cataluña.

La cuestión es si los electores se creerán la reconversión de Casado, pero ayer, a tres semanas de las elecciones municipales, tocaba aunar filas, y Casado y Feijóo escenificaron la unidad para intentar la remontada el 26-M. El día después, ya se verá.

| ¿Qué va a pasar el 26-M? Por primera vez en la historia, el PPdeG perdía hace siete días unas elecciones en Galicia y cedía el primer puesto al PSdeG. La culpa, la estrategia errada dictada desde Génova, explican desde el PP gallego, que al día siguiente, ya se ponía a trabajar en los comicios locales. Tienen poco margen de tiempo, pero dan por hecho que es posible "un repunte"porque se vota en clave muy diferente, según se trate de una cita electoral para elegir al inquilino de la Moncloa o tomar las riendas del concello.

Lo más difícil será sobreponerse al golpe anímico de ser el perdedor y frenar la tendencia de ciertos electores de votar a caballo ganador. ¿Será posible frenar la caída? Hay factores que alimentan el moderado optimismo de los populares, pero tampoco deben perder de vista que el 28-A el PPdeG perdió 203.269 votos y que el bloque de la izquierda (PSdeG, Unidas Podemos, En Marea y BNG) superó al bloque de la derecha (PP, Cs y VOX) en 156.760 votos, cuando en las elecciones de junio de 2016 la distancia era de solo 46.174 papeletas. La izquierda gana terreno. La distancia se ha triplicado, y eso debe preocupar y ocupar al PPdeG, sobre todo en un escenario en el que votante es cada vez más volátil, y menos fiel.

A favor del PPdeG juega su basta y extensa estructura territorial, y que sus rivales en la derecha no presentan candidatos en todos los municipios, y donde concurren lo hacen con cabezas de cartel desconocidos y no bregados en la política municipal, así que el PP ve ahí una oportunidad de recuperar voto perdido. El domingo pasado, VOX y Cs se hicieron con más de 132.000 votos que antes eran para el PP, pero hay otros casi 71.000 que o se quedaron en casa o se fueron al PSdeG, calculan fuentes populares.

El voto útil que ayudó a Pedro Sánchez a ganar los comicios generales puede ayudar ahora al PPdeG en su reto de la remontada. "El 28-A quedó claro que el voto a Cs y Vox ayudó al PSOE a mantenerse en Moncloa, sus votantes deben decidir dentro de tres semanas si con su papeleta quieren impulsar alcaldías de socialistas, mareantes y nacionalistas", apuntan desde el PPdeG. Los populares ultiman una campaña muy centrada en sus candidatos y en propuestas para hacer la vida más fácil a los vecinos.

Los socialistas saben que tienen una opción, pero la batalla no está ganada. A su favor juega la inyección de ánimo, optimismo y esperanza en sus bases. Deben mantener la tensión y la movilización de aquí al 26-M. Barajan que el PPdeG recupere votos en las municipales con respecto al bajón del pasado domingo, pero no que sumen más votos que en 2015.

También dan por hecho que los populares perderán alcadías, entre una treintena y medio centenar, y que las ciudades y las tres diputaciones se le seguirán resistiendo. A nivel estatal, ven clave que pase en la Comunidad de Madrid y la Alcaldía de la capital, si termina en manos de Ciudadanos, el PP se enfrentará a un grave problema. "Entonces, el poder económico podría apostar definitivamente por Ciudadanos como alternativa al PSOE", observa un dirigente socialista.

El PSdeG no se ha desenganchado del modo electoral. En la semana que termina, Gonzalo Caballero ya puso en duda el mensaje centrista y moderado de Alberto Núñez Feijóo, pues entienden que el PPdeG, si para hacerse con alguna alcaldía, debe pactar con VOX, lo hará. Los socialistas también apelarán al voto útil. Pedirán a los gallegos que frenaron un Gobierno popular con ministros nombrados por Santiago Abascal que vuelvan a votar en contra de alcaldes del PPdeG con ediles de extremaderecha.

| ¿Ganará el PP las autonómicas? Los populares quieren repetir la remontada de 2016. En mayo de 2015, le vieron las orejas al lobo, al perder las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol y las diputaciones de Pontevedra y A Coruña, pero en septiembre de 2016 Alberto Núñez Feijóo hacía historia con su tercera mayoría absoluta. En los comicios municipales obtuvieron el apoyo de casi 529.000 gallegos, y un año y cuatro meses después, superaban los 682.000 votos. Los comicios autonómicos están previstos para 2020 y los populares tienen margen. Aún con la incógnita de quién será su cabeza de cartel, el PPdeG apuesta porque es más probable que ellos sigan en la Xunta que el PSdeG regrese a San Caetano. Eso sí, saben que tendrán que sumar la camiseta más que nunca. El contexto no les es favorable.

Los socialistas, por su parte, están dispuestos a no desaprovechar el viento de cola que supone que el PSOE gobierne en Madrid. Firmarían porque los comicios fuesen ya, porque también saben que de aquí a 2020 no es descartable un empeoramiento de la situación económica y que el Gobierno de Pedro Sánchez se haya quemado con su gestión del día a día. Gonzalo Caballero entrará en el Parlamento autonómico, tras los comicios de mayo, por la salida hacia Vigo de Abel Losada. Es su oportunidad para visualizar qué es la alternativa a Feijóo, una vez que En Marea entró en fase de disolución.

Para enviar al PPdeG a la oposición, al PSdeG no le favorece la fragmentación de la banda izquierda. El espacio progresista está en proceso de reconfiguración con un PSdeG al alza, con Unidas Podemos en disposición de quedarse con los restos de los apoyos electorales de En Marea, con una Marea al borde la desaparición y un BNG, dispuesto a absorber a los votantes nacionalistas de luís Villares. ¿Llegará en Marea a las autonómicas? ¿Y Anova, el partido de Xosé Manuel Beiras, con quien se casará?

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