ERC ha ganado por primera vez unas elecciones generales en Cataluña. De hecho, los republicanos, salvo en las últimas europeas, siempre han ido a remolque de Convergencia, o como se llamen ahora (JxCAT), desde la recuperación de la democracia. Oriol Junqueras (ERC), desde la cárcel, ha doblado en votos y diputados a Carles Puigdemont (JxCAT), fugado en su mansión de Waterloo. El dato no es baladí en la hegemonía independentista que, en realidad, es el objetivo de ambos líderes. No existe ni la República, ni el "mandato del 1-O": Quim Torra y todos sus consejeros acudieron ayer a votar en unas elecciones españolas. Puigdemont ha perdido. Queda tocado, aunque ha conseguido colocar a su abogado, Alonso-Cuevillas, en el Congreso, y a su fiel escudero, Jami Matamala, en el Senado.

La República no existe, pero el independentismo se ha reforzado, pese al ascenso del PSC. Con una participación récord, ha conseguido sus mejores resultados en unas elecciones generales. Las tres fuerzas independentistas (ERC, JxCAT y Front Republicà, una facción de la CUP) superan el 40% de los votos y suman 22 escaños de 48. En 2016, obtuvieron el 32% de los votos y 17 diputados.

Y, ojo al dato. Si sumamos a los Comunes, la confluencia catalana de Unidas Podemos, cuyo cabeza de lista se ha declarado abiertamente soberanista, supera el 54%

Cataluña sigue perteneciendo a España, pero juega en otra liga electoral, y social. El frente de la derecha, que prometía aplicar un 155 intransigente, ha sumado 7 diputados de 48 en juego. Con Cayetana Álvarez de Toledo, el gran invento de Pablo Casado, el PP ha conseguido los peores resultados de su historia: un diputado, igual que Vox. Un partido marginal en Cataluña.