Entre los grandes escritores que se relacionaron con Vigo, no suele mencionarse a José Martínez Ruiz, de la generación del 98, el prosista de párrafo conciso, más conocido por Azorín.

Todo el mundo conoce las estancias de García Lorca, que vino como conferenciante y repitió con "La Barraca", al que José Landeira Yrago, antiguo director del FARO, dedicó un libro de sus correrías por Galicia. También se menciona el viaje de Oporto a Vigo de Pérez Galdós, amigo muy especial de Emilia Pardo Bazán, cuando aún no existía el puente internacional del Miño. U otros nombres del 98, como Ramiro de Maeztu, que pronunció un memorable ciclo de siete conferencias en Industriales. Incluso la relación no consumada de Unamuno, que escribió una carta anunciando que daría conferencias en Vigo, y no llegó a cuajar. Aunque si las pronunciará en Ourense y Pontevedra.

Pero apenas se mencionaba a Azorín, hasta que, días atrás, en FARO da Cultura, Alejo Amoedo Portela y José Luis Mateo recordaban un acontecimiento del que fue protagonista. El homenaje musical que le rindió Vigo, en los años treinta, a raíz de expresar el deseo de venir a Galicia y escuchar canciones populares gallegas.

Fue una sugerencia que en la ciudad se tomó muy en serio, ya que una entidad cultural de gran vitalidad, la Agrupación Artística, organizó un Gran Festival gallego en homenaje a Azorín, que reunió en el parque de Las Cabañas, el 9 de agosto de 1930, a más de 4.000 personas. Lamentablemente, el escritor no pudo asistir.

El pintor Eduardo Padín diseñó el cartel anunciador del homenaje, cuyo dibujo se transformó en una pieza artística, que regalaron a Azorín, y figuraba en su museo, en Monovar, pero se destruyó un incendio.

A raíz del reportaje, Pepe Castro, el ex alcalde ponteareano, al que no se le pasa una cuando se trata de ensalzar a su pueblo, recordaba que el escritor tuvo una vinculación poco conocida con Ponteareas: en 1914 fue diputado en Cortes por el distrito.

Es oportuno traerlo a colación en un día como hoy, postelectoral, y recordar que en el Parlamento han jugado personalidades extraordinarias de diversas procedencias profesionales.

Lo tenía en cuenta, hace dos años, la Comisión de Cultura del Congreso, cuando proclamaba 1917 como el año de Azorín, coincidiendo con el cincuentenario de su muerte. Quería poner de relieve que en el hemiciclo se han sentado a lo largo de su historia grandes personalidades. No sólo hombres grises, dispuestos a aplaudir al líder.

Azorín, que había sido elegido por una circunscripción de Almería en 1907, vuelve a ser diputado en 1914 por Ponteareas.

Los periódicos de la época informan que, con fecha de 2 de marzo de 1914, se reúne la Junta del Censo Electoral de Pontevedra, para proclamar los candidatos que representarán a la provincia en el Congreso. Entre otros fueron proclamados Eduardo Vincenti, por Pontevedra, Angel Urzaiz por Vigo, Eduardo Mon, por la Cañiza, y "el eximio escritor Martínez Ruiz, conocido con el seudónimo de Azorín", por Puenteareas.

Dos días después Azorín enviaba este telegrama: "Testimonio mi amor a la hermosa tierra gallega y gracias cordialísimas a los buenos correligionarios con quienes comparto el afecto y la admiración al hijo ilustre de Galicia, que desempeña la cartera de Hacienda".

Se trataba de un personaje bien conocido, el pontevedrés Augusto González Besada, nombrado ministro hacía pocos días en un gobierno muy gallego, ya que estaba presidido por Eduardo Dato.

Como cunero al uso, Azorín no pisó su circunscripción, pero le regaló lo que mejor sabía hacer: un artículo. En noviembre, escribirá un texto para la revista ilustrada "La Gratitud", publicada en Ponteareas. Un ejemplar que es hoy un auténtico incunable.

Volverá a ser diputado, en otras tres ocasiones, pero como la primera vez, por Almería. Aunque su labor parlamentaria fue digna, al ser diputado "cunero" no fue bien recibido por los almerienses.

José Martínez Ruiz se convierte en "Azorín" en 1904, cuando inicia su labor como cronista parlamentario en un periódico recién nacido, de nombre "España". Su relación con las Cortes es un flechazo profesional y sentimental, ya que se vinculará al Parlamento, como diputado, pero sobre todo como periodista, en distintos medios, hasta 1923, en que Primo de Rivera acaba con el régimen de la Restauración.

Azorín tuvo un detalle especial con Vigo en 1953, cuando al cumplirse el centenario de este periódico escribió un magistral artículo sobre "Los periódicos". Suscribió un silogismo, que actualmente parecería incomprensible, por la proliferación de la comunicación instantánea. Es todo un memorándum de la relativización del tiempo, de lo que acontece y lo que aportan los periódicos a la historia. "Preposición. Un número de periódico tiene su máximo interés el día en que se publica. Contrapreposición. Un número de periódico tiene su máximo interés 50 años después de publicado".

Fue un exponente de la generación del 98, reconocido como eximio escritor y cronista parlamentario. Pero en un día como hoy, es un ejemplo de la necesidad de que a la política lleguen números uno y no sea patrimonio de la mediocridad. Hacen falta personajes que dignifiquen y prestigien los Parlamentos.