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Entre el trabajo y el medio ambiente

No es fácil ponerse de acuerdo. Hay quien sueña con quimeras como devolver a la zona el paisaje de principios del pasado siglo, o que allí podrían construirse hoteles, teatros, cines, piscinas y otras maravillas. Hay quien entiende que la zona es irrecuperable desde el día en que a alguien se le ocurrió atravesar el mar con la autovía entre dos cabos. La quimera se opone a la realidad, empezando por entender que eliminar la fábrica pastera de Lourizán tendría un coste económico creo que incalculable porque, una cosa es lo que se ve desde fuera y otra el mundo mundial de su interior, y la economía actual no está para "bollos". Es algo parecido al deseo de quienes quieren levantar los rellenos del Puerto de Marín, como si fuese tan sencillo y barato, pagáralo quien lo pagase. Pero por encima de ideas y deseos, todos ellos lícitos y respetables, está la evidencia del paro laboral que generaría ese cierre sean 5.000, cuatro mil, dos mil o 700 puestos de trabajo porque, que se vea por estos lares, los mismos que persiguen su idea no pueden, o a lo peor, no saben, ofrecer alternativas. Y como uno también tiene opinión, aunque haya quien no quiera respetarla, apoyo la continuidad de ENCE junto con la exigencia de las mayores medidas medioambientales que, en el mundo actual, las hay y si no véase lo que ocurre en países como Finlandia con estas fábricas que están entre las casas. Claro que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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