Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La renuncia

Una de las frases, relativamente recientes, que se ha convertido en referencia es la de que "aquí se entierra muy bien". Se admite su considerable carga de ironía y, de algún modo, el reverso que sin citar sobreentiende que antes del sepelio el país suele tratar peor a los vivos. Sea como fuere, el asunto, si se refiere a perfiles notables, acaba casi siempre en un homenaje de diferente alcance al que acuden deudos y amistades, algún que otro neutral y en ocasiones solemnes, incluso representantes institucionales, para que se cumpla la frase aquella y se vuelva casi un hábito.

Viene a cuento, el introito, de que el Parlamento gallego acaba de rendir un homenaje a la emigración y otorgado docena y media de medallas a otros tantos centros repartidos por el exterior. Es posible que los más escrupulosos le busquen tres pies al gato y señalen -como coincidencia: tampoco conviene pasarse- la inminencia de las elecciones generales, y también las municipales, como parte de la clave de tal recuerdo. Pero como el respaldo fue unánime, nadie hará crítica ni exteriorizará análisis que no coincidan con el merecimiento de tales homenajes.

(Y es verdad que hay razones para ellos. Pero es posible que también hubiera gustado a los galardonados que, junto a las palabras de elogio para su tarea, se incluyera alguna referencia a otros centros que como el Gallego de Buenos Aires atraviesan aún dificultades, pero ya se sabe que la de la Cámara fue ocasión para enaltecer a los vivos más que a los difuntos o a los moribundos, y eso no entra en el hábito. Pero vale la pena citar -por si alguien cae en la cuenta y además de rezar ayuda en lo material- ese y algún otro caso. Como a los gallegos que en Venezuela sufren tiranía, aunque algunos se empeñen en mirar para otro lado.)

Dicho cuanto precede, que por supuesto no refleja más que una opinión personal, no estorbará insistir en que además de este tipo de actos, que honra al Parlamento y a los que homenajea, tendría que ser reflejo de una política colectiva de atención a la diáspora que, si es cierto que Galicia practica desde hace mucho, no lo es menos que no resulta unánime ni constante. Ha pasado por vicisitudes derivadas de crisis económicas o políticas que, sino olvido, causaron desamparo temporal y, lo que es más grave, por intentos de utilización electoral del colectivo emigrante.

De ahí que, al menos desde el punto de vista de quien esto escribe, se eche en falta en las hermosas palabras de los intervinientes institucionales en aquel acto un compromiso explícito y general para la renuncia de esa utilización y el mantenimiento de la emigración entre las prioridades de la Xunta, sean cuales fueren quienes la ocupen. Lo que no será fácil, pero ese respeto y esa fidelidad a los compromisos son parte esencial del pago de una deuda que este antiguo Reino tiene con todos/as cuantos/as se fueron para buscar una vida mejor y desde sus lugares de residencia han ayudado, a veces de forma decisiva, a mejorar la de su tierra madre. Una deuda inolvidable además de impagable en la memoria histórica y en la realidad actual.

¿Verdad??

Compartir el artículo

stats