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la crónica /

Los bloques empatan; Rivera gana por audaz

Hay algo de conservadurismo en el hecho de que cuatro candidatos a ocupar La Moncloa se sometan al escrúpulo televisivo y al juicio rápido, a la factoría del meme, que son las redes sociales.Por eso impera la premisa de que en los debates electorales gana el que menos pierde, y quien amarra, si no sale vivo, al menos reduce su exposición a ser esquilmado. Qué decir de una jornada solemne de televisión -en España llevamos tres años ebrios de días históricos- que más que un Rubicón electoral era un partido a primera vuelta: el episodio piloto de una serie de refriegas -o monólogos- que alcanzan la cumbre hoy. Por eso en un país con un 40% de indecisos, es hora de desacralizar los intercambios en prime time si lo que se busca es información para decantar el voto. A cambio, el debate ofrece -ayer no fue una excepción- prolongaciones de relatos de campaña, testea el cuajo de los candidatos bajo presión y desbroza el panorama de alianzas, que a estas alturas se sabe que son bloques armados de cemento ideológico. Ni siquiera la omnipresente ausencia de Vox, citado al minuto 35, mereció tantos focos como se llevó en la previa; síntoma de una política flash que centellea con más fulgor que las propuestas. Con todo, Rivera e Iglesias, los más acostumbrados al medio descollaron por encima del Sánchez presidencialista y el "novato" Casado. |

| Pedro Sánchez (PSOE). Blanco de todas las dianas, ayer cobró sentido la postura titubeante del presidente del Gobierno a la hora de confirmar su presencia en los debates. Sánchez, no hay que olvidarlo, cargaba con alforjas de malas experiencias: perdió en los debates celebrados en 2015 y 2016 y fue igualmente derrotado por sus compañeros de partido en el debate de las primarias que -no hay que descartar la repetición de la paradoja- le entronizaron por segunda vez como líder del PSOE. Timorato en el cuerpo a cuerpo, el envoltorio convenientemente alimentado de presidente no le vistió bien al candidato Sánchez. El folio con la hoja de servicios de estos últimos diez meses en La Moncloa se quedó muchas veces corto para reconectar con los suyos, y sobre todo, para movilizar a una izquierda a la que le ha encargado la tarea de frenar al triunvirato de Colón. Desplegó algunas intervenciones efectivas en el terreno del feminismo -en la que desarboló a Pablo Casado- pero aparcó por completo cualquier discurso cargado de dinamita ideológica, incluida cualquier alusión a la España plurinacional, a la concordia con el independentismo y sobre todo a una posible reedición del pacto de la moción de censura: su conocido talón de Aquiles. En contraposición, Sánchez puso por delante la gestión y algunos mensajes de reivindicación de España como un gran país "sociable", "el mejor país donde nacer", que no opacaron los ataques por la cuestión catalana y que ahora, polarizada como está la campaña, quedaron en franca posición para el colmillo de sus rivales. Pese a los rasguños, salvó el primer match ball.

| Pablo Casado (PP). El popular hizo un ejercicio de mutación justo cuando la ocasión le parecía menos propicia. El Casado ácido, hiperbólico y hasta lenguaraz -los presupuestos "comunistas" como último ejemplo- que se expresaba sin corsés antes y durante la campaña electoral, exploró ante las cámaras de TVE algunos dejes de candidato presidencial que no siempre merecieron lucimiento. Casado, al final, dedicó tiempo a hacer bandera de una trayectoria que es la de su partido, sí, pero no la suya: los legados de Rajoy y Aznar, no siempre reivindicados en la misma proporción.

Se entiende la estrategia desde la letanía de la "única alternativa" a Sánchez -y quizá desde su papel de novato en televisión-, pero hasta el bloque territorial sus intervenciones no entraron en calor, con el agravante de que Rivera -tan rival como aliado- le zarandeó en algunos ataques insospechados.

| Pablo Iglesias (Podemos). En adelante Pablo "El Constitucionalista". No era fácil el papel de Iglesias. Debía ofrecerse al elector desde el purismo de la izquierda, y a la vez, no hacer el juego a las derechas contra Sánchez. Y encontró en la Carga Magna su ariete. Citada hasta la saciedad, Iglesias sacó provecho de su tono más sosegado hasta el extremo de reivindicar "altura" en el conflicto catalán o "moderación" en los debates. Un Iglesias inédito -aunque cada vez menos- que por momentos hizo notar que la televisión es su medio.

| Albert Rivera (Ciudadanos). Eufórico a la salida, la sonrisa de Rivera en las declaraciones post-debate expuso su satisfacción por haber relanzado su relato de campaña. Salió a la ofensiva contra Sánchez, tiró de la etiqueta de "lo nuevo" frente la izquierda y la derecha "carca" y sacó partido de su trayectoria frente al independentismo para exprimir el discurso por la unidad de España al que tanta importancia otorgan los potenciales votantes de Vox: "Lleva en la frente la palabra indulto", le espetó a Sánchez. Rivera combinó, con algunos toques efectistas -la tarjeta sanitaria única dio que hablar- su perfil más contundente en el plano territorial con un caladero inexplorado en España, como es una derecha que reivindica sin complejos asuntos como la eutanasia o la gestación subrogada.

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