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Pedro de Silva

Inflamado

Las pasiones populares hacen también política, y las grandes pasiones populares hacen política a lo grande. Emmanuel Macron acaba de subirse a una ola con la idea de cabalgarla y librarse del acoso de los escualos, pero las apuestas a corto a veces pasan facturas a largo. El compromiso de reconstruir Notre Dame en cinco años, y más bella aún, podría ser incluso su tumba, si las obras no avanzan en los tres que le quedan de mandato, o lo hacen con un proyecto discutido (algo más que probable). De hecho con ese compromiso ha metido el asunto, que parecía de Estado, en la agenda política, pues a nadie le interesará que pueda cumplirlo. Son esas apuestas algo tontas que se hacen en momentos de inflamación, pero en Francia la grandeur siempre parece respetable. El culto a la diosa razón es muy difícil de llevar hasta el final, y más para quien, como Macron, ha sido educado por los jesuitas.

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