Un buen amigo que, como le ocurre a mucha gente, necesita que haya un poco de caos fuera para sentirse bien me dice mientras tomamos un café: "¡Cómo está todo!". Al ver que no reacciono, exige: "¿No te parece?". Le digo que para mí todo va bastante bien, porque no hay nada crítico: aunque deberían ir a peor, la economía y el empleo siguen tirando; la crisis independentista ha salido de quirófano y ha pasado a la planta de crónicos; en cuanto a la política, se ha estabilizado. Como no se conforma con esa idea de estabilidad con tal dispersión de partidos, le digo que lo que ha ocurrido son solo desdoblamientos de los grandes del bipartidismo, sacando fuera, por la derecha y por la izquierda, lo que ya tenían dentro, pero sin que se rompa el equilibrio del conjunto. Lo tengo ya casi convencido cuando remato: "Y nosotros encima estamos vivos, con ojos para verlo y con mente para procesarlo".