No hay nacionalismo sin miedo, dejemos esto claro ya, y al que no lo supiera se le abrirán los ojos observando esa autopsia en vivo y en directo en que se está convirtiendo el juicio del procés. La toma de la calle por una parte de catalanes, apropiándose de ella (¡la calle es mía!) y amedrentando a los otros con sus ejercicios de fuerza, no buscaba otra cosa. La Justicia cumplía su deber, pero vivía amedrentada. Los hosteleros que renunciaban al negocio de alojar policías en temporada baja, o los empresarios que trabajaron para el procés, hicieron facturas y luego las anularon a requerimiento de la Generalitat para borrar pistas, ¿eran patriotas nacionalistas o tenían miedo? ¿No temían represalias del poder buena parte de mandos de los Mossos, al incumplir órdenes de los jueces? Un miedo microscópico, sutil, inoculado gota a gota con amabilidad, pero miedo al fin.