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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Cloacas

Cloaca: concavidad o conducto que recoge las aguas fétidas. Lugar muy sucio y que huele mal. La palabra no podría estar mejor elegida para describir el contubernio de los poderes del Estado y ciertos medios, sobre todo digitales.

Ahora se comienza a saber gracias a la acción de la justicia lo que siempre algunos habíamos sospechado: el Gobierno del PP recurrió supuestamente a sucias maniobras contra un partido a todas luces legal e impedir que pudiera constituirse en España un gobierno de toda la izquierda.

Se trataba de desacreditar a Podemos, fabricando falsos dossiers sobre una supuesta financiación de ese partido por parte del Gobierno bolivariano de Venezuela y el Irán de los ayatolas. Y para ello se acudió a la llamada "policía patriótica".

Una policía liderada, entre otros, por el hoy encarcelado comisario José Villarejo a la que el PP encomendó supuestamente la tarea de investigar y espiar a ese grupo político sin que mediara orden judicial alguna, como es preceptivo en democracia.

Aunque las denuncias contra Podemos por supuesta financiación ilegal fueron archivadas en su día ante la falta de pruebas, el nuevo/viejo PP de Pablo Casado sigue utilizándolas impunemente en la actual precampaña Calumnia que algo queda, es la consigna.

Algo de lo ocurrido lo hemos terminando sabiendo gracias a la labor de un medio de prensa digital independiente que, fiel al mejor espíritu del periodismo de investigación, no ha cejado en su empeño por intentar conocer la verdad y comunicarla a la opinión pública.

Mientras tanto, otros "periodistas" que participaron sin el menor pudor en las maniobras de difamación de un partido constitucional siguen riéndose a carcajadas en las tertulias a las que los invitan las cadenas en busca siempre de mejorar los índices de audiencia e incrementar sus ingresos publicitarios.

Aún queda por establecer, si es que ocurre algún día, la supuesta responsabilidad del entonces del ministro del Interior de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, en la creación de esa policía política dedicada a denigrar al adversario político como si formara parte de eso que en la dictadura franquista se llamaba la "anti-España".

¿No tiene ningún responsable del Gobierno de entonces nada que decir? Y ¿cómo puede el actuar líder del PP, Pablo Casado, negarse a pronunciarse sobre el tema, cuando se le pregunta, calificando todo ello de simples "conjeturas" mientras no vacila en acusar sin pruebas al PSOE de Pedro Sánchez de pretender amnistiar a los "golpistas" catalanes?.

¿Puede extrañar, a la vista de todo esto, que un periodista extranjero, conocido desde sus tiempos en la BBC por el modo directo de interrogar a sus entrevistados, preguntara a nuestro ministro de Exteriores, el socialista Josep Borrell, por la transparencia y calidad de nuestra democracia?

Seguramente el británico Tim Sebastian no estaba bien informado sobre lo sucedido en Cataluña y sus preguntas tenían un sesgo determinado, pero un jefe de la diplomacia tenía que haber mostrado en cualquier caso más aplomo y mano izquierda.

Ocurre que nuestros políticos - da igual el partido- están acostumbrados a un trato más deferente por parte de la prensa.

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