Carlos Sobrino Buhigas estaba en un momento dulce de creación artística cuando diseñó los mosaicos costumbristas para embellecer el muro circular del final de la Alameda. A mediados de agosto de 1927 presentó una exposición con setenta paisajes y retratos en el nuevo Instituto General y Técnico, todavía sin inaugurar. Gerardo Álvarez Limeses ofreció una conferencia para reforzar la muestra, que constituyó un gran éxito.

Sobre los veintitrés mosaicos que reflejan lugares típicos gallegos nunca se dijo nada en aquel tiempo, ni siquiera su realización por la fábrica Mensaque Rodríguez y Cía de Triana (Sevilla). Es decir, que la intervención de Sobrino está envuelta en una nebulosa: el proyecto de Salgado valoró en 115 pesetas el metro cuadrado colocado de "cerámica artística", sin especificar al respecto ningún otro detalle sobre su diseño y procedencia.

No obstante, como una cláusula del proyecto establecía la actuación del contratista adjudicatario a las órdenes directas del arquitecto municipal, parece verosímil suponer que Vieitez Arca encargó los bocetos a Sobrino por indicación de Salgado Urtiaga.