Opinión | Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los despropósitos

Uno de los misterios -aunque quizá no llegue a tanto- que se mantienen al menos en parte de este antiguo Reino es el que se relaciona con el relativo silencio que en algunas de sus "fuerzas vivas" subsiste sobre el despropósito que se pretende llevar a cabo con la factoría de Celulosas en Pontevedra. Es verdad que en el argumentario abundan y se mezclan motivos supuestamente legales y medioambientales con razones electorales y políticas, pero si algunas -sobre todo las ecológicas- tuvieron razón de ser, han quedado superadas desde el punto y hora en que la factoría cumple las normativas vigentes, la española y la europea.

Esta afirmación de legalidad puede abrir debate, pero se sustenta en una evidencia contundente: la batalla contra ENCE se desarrolla ahora no tanto por la contaminación de las aguas cuanto en el aspecto de la cesión de los terrenos. Y ahí es donde ha variado, sin duda por oportunismo electoral, la actitud del actual Gobierno al ordenar a la Abogacía del Estado que no se oponga al recurso municipal contra la prórroga de esa cesión de superficie aprobada por el gabinete de Rajoy. Un farragoso asunto administrativo en que el equipo de Sánchez mintió otra vez.

La afirmación se apoya en los datos. Publicó este periódico lo que, según el ministerio, fue primero un defecto "de forma" en la aprobación de la prórroga y después una supuesta "ilegalidad" en el permiso. Pero también FARO informó de un despropósito que anulaba la excusa gubernamental: la misma Abogacía del Estado que aprobó la presencia de ENCE en Lourizán por más tiempo es la que ahora dice que su anterior informe carecía de validez. Con menos motivos se ha denunciado otras veces la inexistencia de una seguridad jurídica previa e imprescindible para la inversión.

Por eso -y ya casi por tradición: el lío tiene ya más de medio siglo de historia- se mantiene un debate del todo artificial y politizado. Que sirve tanto para un Pleno municipal que controla el BNG como para que su Portavoz Nacional acuse, con audacia, a la Xunta de "hacer una política forestal al servicio de ENCE". Y mientras el PSOE calla para ocultar sus devaneos electorales todos estos años, los nacionalistas insinúan, o afirman, que la defensa de la fábrica se debe a poco menos que sobornos mejor o peor disimulados con facturas publicitarias. Vivir para ver.

El caso es que todos esos despropósitos, y vale la pena insistir en el calificativo, coinciden con el aberrante pasotismo de significativos sectores sindicales "regionales", que dejan a sus representantes en el comité de empresa abandonados en medio de la tormenta. Y sin que casi nadie se acuerde de los miles de afectados -en el caso de que ENCE se vaya- por la pérdida de inversiones, de puestos de trabajo industriales, forestales, en el transporte y portuarios, además del vacío que dejaría en el mundo comercial de la comarca. Todo esto es una vergüenza tanto mayor cuanto que no pocos partidarios del "peche xa" no solo no debaten el fondo, sino que quieren imponer las formas. Pero es lo que hay.

¿No...?

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