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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El pulgar

A estas alturas, y dada la frecuencia de los avisos, lo que de verdad inquieta no es la rapidez con la que parece acercarse la crisis demográfica ni la despoblación del rural, sino la ausencia de medidas transversales serias para atajar esos desastres. Porque no cabe emplear otro calificativo, a no ser que alguien entienda que los resultados de algún plan desconocido para hacer frente a ambos problemas, no debiera considerarse falto de seriedad. Aparte el caso de los gobiernos, claro, que hablan de una "reacción inmediata" pero practican algo parecido al dolce far niente.

Es cierto que la reiteración de los avisos y las urgencias puede parecer exagerada, pero el enorme alcance del problema exige cualquier cosa menos el silencio o la timidez. Baste una referencia más en forma de titular de este periódico: "la parálisis económica agrava el riesgo de pobreza en el rural gallego". Y es de sobra conocido que la pobreza provoca emigración, la emigración desarraigo y, si no se toman medidas de verdad, la aparición de cinturones de miseria en torno a las ciudades. Y todo junto lleva a la citada despoblación y a medio plazo a la caída demográfica.

El drama es que en Galicia, el fenómeno del desdoblamiento del Reino en dos territorios, uno pobre y otro en lucha por no serlo, está más que avisado. Como más que avisada está la urgencia, ya citada, de planes gubernamentales a todos los niveles, transversales y bien coordinados, que siguen sin aparecer. Hay acciones de gran sentido común -algunas, sin ir más lejos, las ha emprendido o las tiene ya muy adelantadas la Consellería de Medio Rural-, pero no son suficientes. De ahí que, desde la opinión, crítica pero leal, se exijan acciones. Ya.

Especificar en qué han de consistir no es, por supuesto, tarea de aficionados o -ni siquiera- de especialistas que actúen cada uno por su cuenta. Pero estarían descaminados los que, además de un proyecto de modernización del rural, que antes se llamó "reforma agraria" y sirvió de banderín para múltiples demagogias, aplazaran abordar de una vez la mejora de las condiciones de vida de quienes trabajan en esa mitad de Galicia directamente amenazada por las dos crisis. Y no sólo para que el producto de su esfuerzo no sea tan escaso que los condene a irse, sino para que en general sus condiciones de vida estén a la altura del siglo XXI.

Resulta evidente que recetar es relativamente fácil: lo difícil es disponer de los medios para aplicar el "medicamento" y, además, aportar la voluntad y el coraje para llevar a cabo lo necesario. Pero uno de los datos más alarmantes de cuantos apuntan a que el horizonte no invite al optimismo es la actitud de los partidos políticos en campaña electoral. Ni uno solo dedica tiempo más que a la mera propaganda y, sobre todo, a los ajustes de cuentas internas derivados de sus recientes congresos, asambleas o primarias. Toda esa legión de buscavidas que no imaginan otra salida laboral que apalancarse en un sillón de "representante" y que en vez de ocuparse de los "representados" solo prestan atención hacia dónde apunta el pulgar de sus jefes, si arriba o abajo. Y en ese espectáculo está gran parte de la responsabilidad de lo que sucede. Y de lo que debería hacerse y no se hace.

¿O no??

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