Opinión

La vena poética de un probo hostelero

"Pepiño como te envalentonas: / eino de facer así, hasta que chore o Bar Roma. / Provei o viño tinto e branco; xa me parece / que canto do riveiriño de Avia".

Este fue el primer poema que cerraba un anuncio del "acreditado Bar Roma" a finales de 1924, cuando empezó a prodigarse su publicidad en la prensa local. Y al año siguiente combinó esos ripios con estos otros:

"Si probas neste bar / o caldiño do Ribeiro, / pides logo de chantar / para tomar un chanqueiro".

Durante algún tiempo recurrió a la publicidad clásica, solo informativa y sin lirismo alguno. Hasta que en 1930 introdujo una suerte de slogans como estos: "Propaganda non é boa, os feitos son os que valen", o también "o blanco e o tinto do Bar Roma, non hai quen lle meta man".

La vena poética don Santiago estalló en 1931 tras la implantación de la República. A partir de entonces, el Bar Roma pasó a anunciarse única y exclusivamente por medio de poemas principalmente dedicados a los callos y a los mariscos. "Los callos del Bar Roma" decía así:

"Para matar la gazuza / fui al Roma con Juan Lanuza / y con Pepito Briallos; / tomamos carne, merluza y unas raciones de callos?. "Buena fue la colación /¡Aquellas patatas fritas! / ¡Qué abundante la ración! / ¡Y que grandes las chiquitas! / La casa es casa formal / No resultan inciertos / los informes de Pascual"?.

Los tales Lanuza y Briallos repetían visita por la noche y el poema terminaba de esta guisa:

"Queremos callos / de esos ricos olores / exclamó Pepe Briallos. / Y contemplando el gentío / dijo Lanuza: este tío / hace el gran negocio a fe. / Yo, al ver mi plato, grite: / ¡Vaya una pata, Dios mío!".

A partir de 1933, popularizó otro ripio titulado "Para mariscos, el Roma":

"Dicen que en el Bar Roma y entre mariscos /esta noche pasada se ha armado un cisco / por discutir con voces y con razones / la nécora, el percebe, los camarones?./ Decía una vieira toda orgullosa: / Como soy tan bonita como sabrosa / no existe parroquiano que no me pida / ¡Calle la fanfarrona, la presumida, / que a mí la gente toda joven o vieja / al abrirme se espasma! -gritó la almeja / ¡Basta! -exclamó un percebe dando un gruñido: / Yo siempre fui en las mesas el preferido / Yo, aunque humilde, soy buena -parió la nécora / y no tengo los humos de alguna nécora / Si va por mi el insulto, no me hace roncha / la almeja dijo: Tengo muy buena concha."

Aquel año, Santiago Roma también alumbró un poético anuncio más sobre su buen café, que hasta "¡lo conoce un tonto!", según alardeaba su título:

"Como el tonto de la misa / que nos contó Josélín / Juan Balado causa risa / con sus cosas de tontín. / Fue al Roma con el sargento / de Carabineros Fúcar / y cuando llegó el momento / de hacer uso del azúcar / miré a Juan servirse de él / examinar el paquete / y sin quitarle el papel / echarlo en un periquete. / Después de saborear un moka tan exquisito / viendo el infeliz nadar / en la taza el papelito. / De puro entusiasmo lleno / gritaba el pobre Balado: / Mira si será esto bueno / que lo dan empapelado".

Tras la Guerra Civil, el probo hostelero optó por reservar las poesías para sus íntimos y puso fin a aquellos singulares anuncios del Bar Roma, que nunca más volvieron a publicarse.

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