El sistema foral del que gozan País Vasco y Navarra es una anomalía en el panorama internacional. En ninguno de los países federales más avanzados, el Gobierno central renuncia a su poder tributario en favor del gobierno subcentral. Esa es una fórmula más propia de uniones políticas confederales. Si a esa asimetría sin parangón le sumamos que Navarra y País Vasco cuentan con una capacidad fiscal muy por encima de la media y la forma en la que se cuantifica el cupo vasco y aportación navarra a las arcas del Estado beneficia claramente a ambas comunidades autónomas, nos encontramos con una situación endiablada, que genera, con razón, sentimientos de agravio comparativo en comunidades como Cataluña y distorsiona el debate sobre las finanzas autonómicas.
Sin duda, ayudaría mucho actuar para limitar esa distorsión. Proponer la generalización del sistema de concierto para todas las comunidades autónomas es un disparate y va justo en la dirección contraria. Además, desde el punto de vista de Galicia, sería hacerse un harakiri financiero. Porque nuestra capacidad fiscal se encuentra por debajo de la media y nuestras necesidades per cápita por encima. Galicia sale beneficiada de un sistema que aplica la nivelación interterritorial y asume que prestar servicios no cuesta lo mismo en todas partes. Sin un Gobierno central fuerte, con capacidad reequilibradora, Galicia tiene las de perder.
Apostar a favor de extender soluciones de tinte confederal es un disparate. Confiemos en que lo que hemos oído estos días en el entorno de Pablo Casado sea solo una ocurrencia fruto del desconocimiento de alguna persona y no una apuesta del Partido Popular, que, sin duda, estaría condenada al fracaso electoral en más de la mitad de España.
*Director de GEN (Uvigo) y del Foro Económico de Galicia
