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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los oportunistas

A estas alturas, visto lo visto y lo que aún queda por ver en los días que faltan para el 28/A -y siguientes-, son pocos ya los que, en opinión de quien escribe, dudan de que esa diversidad que alguien llamó "las Españas" ha cambiado de formas y de fondo. Las primeras porque ya apenas tienen que ver con el respeto de unos y otros a lo que cada uno defiende y lo segundo porque se diluye con los movimientos de un péndulo en el que viajan las ideas y los principios. Y por eso, seguramente, son cada día menos los que de verdad creen en algo, y menos aún en la política.

Sirva el introito no para imitar una epístola moral, sino a modo de observación -también preelectoral, que no solo los/as candidatos/as y sus equipos han de jugar ese partido- sino para llamar la atención sobre unas cuantas cosas. La primera y principal, los efectos directos y colaterales que todos y cada uno de los actores principales de este tiempo pueden producir con sus anuncios y ocurrencias. La segunda, y no menor, acerca del riesgo que esos métodos suponen para la fe en el sistema y su prestigio y las vidas y haciendas de -sobre todo- las gentes del común.

Naturalmente, cuanto se expone no tiene por qué compartirse y puede ser, como lo siguiente, rebatido en su totalidad o en parte desde ópticas diferentes. Sobre todo cuando el análisis se fundamente en la militancia activa, y por tanto convencida, que cada cual haya escogido. Pero la evidencia demuestra que casi todo lo público que hoy se vive presenta, desde la oposición y el gobierno, un descarado y descarnado oportunismo. En uno más que en otra, pero ninguno está libre de pecado. Y eso es malo.

A modo de ejemplo pueden citarse dos casos, distintos y por ello poco comparables. Uno, el tan manido del traslado de los restos momificados del general Franco: parte de la izquierda ha hecho bandera de no se sabe muy bien qué y su correspondiente en la derecha está puesta de perfil para que no la identifiquen con lo que de ningún modo puede ser confundido con simpatía y adhesión al pasado. Y, en medio, el Gobierno, que le pone fecha al traslado del cadáver en pleno frenesí electoral sin temer en cuenta que aún deben hablar los tribunales. O sea, oportunismo duro.

El segundo es aún más cínico, afecta de lleno a personas y es por tanto más dañino. Se trata del extraño anuncio de que la Abogacía del Estado, por orden del Gobierno, no intervendrá contra el recursos del Ayuntamiento de Pontevedra sobre la prórroga de cesión de los terrenos que ocupa Celulosas. No hay argumento que justifique esa actitud, salvo una difusa suposición de "posible ilegalidad" en la decisión anterior, y nadie -eso es lo único seguro- duda de que se trata de una maniobra para quitarle al BNG votos que se supone produce oponerse a la factoría. Algo que pudo tener sentido en el pasado, pero que lo perdió, salvo en la verborrea, desde que la UE considera a Ence cumplidora de la legislación medioambiental vigente. En todo caso, un eventual cierre de esa fábrica significaría una catástrofe económica para la comarca e incluso y por extensión para el sector maderero de Galicia. Pero por lo visto eso a Sánchez y al PSOE no parece importarles, acaso porque dan por perdido electoralmente a este antiguo Reino, y al BNG porque sabe que es difícil que lo gane.

¿Eh??

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