La palabra "caradura" significa, según la acepción 1 del diccionario de la RAE, "sinvergüenza, descarado" y el segundo significado de "sinvergüenza" es "dicho de una persona: que comete actos ilegales en provecho propio o que incurre en inmoralidades". Pues bien, Pedro Sánchez es un caradura porque ha incurrido en inmoralidades en provecho propio al despreciar lo que constituye el máximo grado académico universitario, como es el doctorado.

En efecto, para los que no estén muy familiarizados con lo que es una tesis doctoral, conviene indicar que consiste en un trabajo que debe incorporar resultados originales de investigación en cualquier campo del conocimiento y cuya finalidad es capacitar al doctorando para que pueda dedicarse en lo sucesivo a la actividad investigadora. Una de las características de una tesis, para poder ser considerada como tal, es que posea rigor científico, lo cual supone, en lo que concierne a la elaboración del trabajo, que el autor maneje directamente, y no por referencia, las fuentes del conocimiento de la disciplina en cuestión relacionadas con el tema de la tesis. Y, desde la óptica personal del investigador, que proceda con honradez intelectual del autor, cosa que requiere no hacer pasar como propias opiniones o, incluso, trabajos que son total o parcialmente de otros autores. Por eso, la elaboración de una tesis seria requiere, durante un tiempo razonable, una intensa y minuciosa labor de investigación que supone la consulta y análisis crítico de los materiales utilizados para elaborarla. Al parecer, lo poco que presumía de ella (una persona tan egocentrista como él) y el escaso tiempo que dedicó a su elaboración (menos de dos años) hicieron sospechar que en la tesis de Pedro Sánchez había gato encerrado.

Y he aquí que, de manera inesperada, en la primera sesión de control al Gobierno, con Sánchez como presidente, y un día después de la dimisión de Carmen Montón como ministra, el asunto de la tesis provocó un rifirrafe tras una pregunta del líder de C's, Albert Rivera, lo cual acrecentó las sospechas de que en la tesis había manejos ocultos. Seguramente por su bisoñez de entonces, Pedro Sánchez afirmó ante el Congreso de los Diputados que ponía la tesis a disposición de todos.

Tras un minucioso análisis sobre la originalidad de la tesis de Pedro Sánchez, titulada Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012), se demostró que la tesis era un plagio: no solo se reproducían textualmente párrafos de trabajos ajenos haciéndolos pasar como propios, sino que se utilizaban, también como si fueran de elaboración propia, gráficos de terceros que no eran citados como sus verdaderos autores. Así las cosas, se puede afirmar que Pedro Sánchez es un "investigador universitario" caradura, toda vez que incurrió en inmoralidades en beneficio propio. Pero recientemente se ha demostrado que hay algo más: le ha mentido con alevosía a los españoles sobre la originalidad de su tesis. En efecto, no contento con su deshonesta actuación como doctorando y sin importarle el desprecio que suponía su plagiaria actitud del trabajo de investigación serio y honesto que se hace de ordinario en la Universidad, Pedro Sánchez utilizó el viernes 14 de septiembre de 2018 los servicios de la Moncloa para hacer pública una nota en la que se decía:

"La tesis del presidente Sánchez supera ampliamente los softwares de coincidencias". Y en el cuerpo de la nota podía leerse: "El trabajo ha sido analizado por dos de los programas más rigurosos en el ámbito académico: Turnitin, que se emplea en la Universidad de Oxford, y PlagScan, referencia en Europa. Tras el análisis de la tesis doctoral presentada por el presidente Pedro Sánchez en el año 2012, la evaluación de las herramientas Turnitin y PlagScan, determinan el contenido original de la tesis, superando ampliamente los estudios de coincidencias. En el caso del Turnitin ha obtenido un 13%. En PlagScan ha cifrado un 0,96%, cada uno con su metodología.".

Pues bien, como las mentiras tienen las patas cortas, el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG), órgano encargado de promover la transparencia en la actividad pública, ha confirmado esta semana que en La Moncloa nunca existió un informe antiplagio. Es más, nadie parece haber visto nunca el resultado del test. Respondiendo a una petición de información de EsDiario, el CTBG aseguró que "no ha habido actuación pública en el proceso de verificación de la autenticidad de la tesis del presidente del Gobierno", añadiendo que La Moncloa nunca encargó ningún informe antiplagio, que el software utilizado no se ha costeado con dinero público y que las comprobaciones de la autenticidad de su tesis no habían sido realizadas por la secretaria de Estado de Comunicación ni por órgano alguno de la Presidencia.Como muy bien saben los lectores, el pasado día 11 de este mes se conmemoró el décimo quinto aniversario del brutal atentado de Atocha. Y, como también recordarán, dos días después de aquel trágico suceso las agencias de prensa publicaban que "el dirigente del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba dijo esta noche que los ciudadanos españoles se merecen "un gobierno que no les mienta".

Pues bien, tras la triste y repugnante historia de la tesis doctoral de Pedro Sánchez, y sus mentiras y argucias para ocultar su mentirosa y deshonesta actuación, no serán pocos los españoles que piensen que España se merece un presidente que no sea un caradura, que no se burle de la Universidad y que no engañe al pueblo español haciéndole creer que sus tesis plagiaria había superado unos controles de originalidad a los que jamás había sido sometida.