No hay vez que pase por Salamanca y no me pase por la calle Pozo Hilera, donde Charo tiene su café-bar con deliciosos pinchos castellanos, a visitar a Agustín Ledesma Ayuela. Sí, el mismo lugar en que veo de vez en cuando al exsenador José Muñoz y a Clara Ledesma, veraneantes en Coruxo desde hace décadas, y al cineasta Juan Luis Figueroa, que conoce bien Vigo y sus alrededores por culpa del amor de ayer de una gallega. En cuanto a Agustín, fueron muchos los años que trabajó para la ONCE, y en Vigo, donde estuvo en dos ocasiones, una de ellas como delegado, dejó una estela de amigos que en nada sorprende dado su carácter. Yo creo que Agustín ve y por eso le miro a veces a los ojos por si en realidad nos miente porque los médicos dicen que nada. Una vez me dijo de una dama ¡mira qué guapa! Y es que a mí me da la impresión de que, más que nosotros, ve. Ya me dio esa impresión cuando le conocí en Vigo, donde le hizo un trabajo fetén a la ONCE y supo en poco tiempo el quién es quién de la ciudad.

Agustín, el invidente que ve (2)

O acaso es que sus otros sentidos hayan suplantado con éxito el de la vista y Agustín pueda describir un paisaje, explicar el discurrir de una calle y sus cruces con exactitud, saber mucho más de las noticias de prensa que cualquiera, discutir sobre una novela de un clásico en cuanto a su estilo literario... No es extraño que él utilice la palabra "ver" también para sí mismo y que añada a ese mirar un humor interminable y un amor por la vida envidiable. Yo creo que con Agustín, bien contenta puede estar la ONCE de conseguir su máxima aspiración, nada común: tener un ciego que aprendió a ver más que los que creen verlo todo. No me extraña que fuera tan buen delegado, culturalmente activo, y que en Vigo tantos amigos y memoria de lugares y locales haya dejado.

Santa Villar el de Afroamérica

No miente quien dice que el mundo es muy pequeño aunque también se podría decir lo contrario y defenderlo. En mi última visita a Madrid, aún en la calle Atocha de vuelta del museo Reina Sofía, me encontré al vigués Santi Villar, hombre de la radio en su tiempo, igual que representó en Galicia a la revista Tiempo añísimos ha, fue organizador entre otras cosas de aquella Afroamérica en el 92 que trajo a Vigo y Balaídos a B.B. King, Tracy Chapman, Gilberto Gil. Ketama... autor de un documental sobre "La herencia de la esclavitud" y dedicado al aprovechamiento de la energía eólica según me entero ahora. Puedo decir que Santi consiguió la felicidad, o por lo menos así se llama su mujer, Felicidad, que estaba allí con la hija común.

Y Benito Fernández el de Benet

A Santi Villar lo encontré en Atocha y unos metros más arriba a mi amigo de viejo el tomiñés José Benito Fernández, periodista con muchos años en Informe Semanal y ahora escritor. Benito anda enfrascado en la biografía del ingeniero y escritor Juan Benet que, mira por donde, era la mano derecha de Pablo García Arenal, director de la MZOV que construyó no solo el puente de Rande sino la línea férrea Madrid-Vigo y era descendiente de Concepción Arenal. Benito, que vive en Madrid, escribió antes biografías como la de Leopoldo García Panero o Eduardo Haro Ibars, hijo de Haro Tecglen, pero también la del menos maldito Sánchez Ferlosio, que presentó en el Club FARO. ¡Ah, el azar!