He deambulado infelizmente por "Manual de resistencia" y, digamos, ha sido como si no hubiera leído nada. El libro, si se puede catalogar así y como ya conocen de sobra, lo inspiró el presidente de gobierno más breve, hasta ahora, de la democracia. El que más se prodigó, Práxedes Mateo Sagasta, en cambio, jamás llegó a escribir o a encargar uno. Tampoco lo leyó si hay que hacerle caso a Azorín, que probablemente exageró al referirse a él.

Lo que hizo Sagasta fue no parar de hablar. Siete veces presidente del Gobierno, célebre por su habilidad retórica, su obra son los más de 2.500 discursos que pronunció, en el Congreso y en el Senado. En ellos figuran perfectamente resumida su errática trayectoria desde la etapa en que destacaba por ser un liberal progresista extremo, una especie de comecuras, hasta el devenir maniobrero en el que predicaba el credo de "no hay orden sin libertad, ni libertad sin orden". Si hay que buscar la contradicción ideológica en un político, Sagasta se llevaría el primer premio. Sin embargo no hay que cantar victoria, Pedro Sánchez, su gran competidor camaleónico, puede superarle con el tiempo y una caña si los españoles cometen el error de depositar la confianza en él.

En el contexto de su larga carrera -diputado en 16 Cortes y 34 legislaturas- Sagasta no tuvo jamás la urgencia de Sánchez. Ni en agosto de 1883 cuando dos regimientos de Badajoz y La Rioja se levantaron con la intención de proclamar la república y fue despertado con esa noticia a las cuatro de la madrugada.

-Pero, hombre. ¡A estas horas!, cuentan que dijo mientras se acariciaba la barba.