La verdad es que Ada Colau llegó a alcaldesa de Barcelona gracias a haber dedicado más horas al activismo callejero que a la sosegada y exigente tarea de formarse intelectualmente. La simple lectura de su curriculum vitae, esto es, la relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, datos biográficos, etc., que califican a una persona (Diccionario de la RAE), demuestra que es una persona que cultivó poco su intelecto y que, en cambio, se entregó en cuerpo y alma al activismo.

En efecto, según su hoja de vida, su formación académica consistió en cursar estudios superiores en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona que no llegó a finalizar porque le faltaron dos asignaturas. Fue, en cambio, en su faceta de activista, esto es, en la de militante de un movimiento social a través del cual intervino activamente en la propaganda y proselitismo de sus ideas (Diccionario de la RAE), en la que desplegó una gran actividad que le produjo grandes réditos políticos. Así, en 1990 comenzó su trayectoria como activista en las protestas contra la Guerra del Golfo y, posteriormente, tras militar en el Movimiento Okupa y en el Movimiento Antiglobalización, intervino como fundadora en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca desde 2009 hasta 2014, convirtiéndose en alcaldesa de Barcelona el 13 de junio de 2015, a la que concurrió electoralmente como cabeza de lista de la coalición electoral "Barcelona en Comú".

Pues bien, de las distintas intervenciones habidas hasta ahora ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, comento la de Ada Colau para de poner de manifiesto la posible irresponsabilidad política de dejar la alcaldía de Barcelona en las manos de alguien que actúa con tanta ligereza al procesar mentalmente la realidad de lo sucedido.

A pesar de que cualquier persona medianamente informada venía oyendo hablar de "una hoja de ruta" (es decir, un plan detallados de los pasos a dar en el futuro hasta alcanzar la meta propuesta) que debía desembocar en la declaración unilateral de independencia de Cataluña; y a pesar de que en Barcelona, probablemente más que en ningún otro lugar, se hablaba de la celebración de un referéndum de autodeterminación, la sagaz Ada Colau declaró ante el Tribunal Supremo que "el referéndum ilegal del 1-O fue una "movilización maravillosa". "Millones de personas defendiendo pacíficamente los derechos fundamentales. El 1-O fue de la gente y si por el 1-O estamos aquí, deberíamos estar miles de ciudadanos".

Pero no quedaron ahí las lindezas de la Colau, en la misma línea que la declaración anterior atribuyó la "toma" de los colegios electorales a un movimiento espontáneo de la gente, a una "movilizacion pacífica, ejemplar y masiva" que como consecuencia de las "cargas generalizadas brutales" de las fuerzas del orden acabó con una sensación de "dolor e indignación" no solo en las personas que son independentistas, sino también "en las que no lo somos".

Finalmente, revelando su elevado grado de ignorancia, declaró que aunque sabía que había mandatos prohibiendo el referéndum, no se dio por aludida porque "Entendíamos que la suspensión de la convocatoria era una suspensión de un referéndum con efectos políticos", pero no de aquel tipo de consulta.

Adviértase, en efecto, la osadía de Ada Colau que sin tener los más mínimos conocimientos jurídicos, se atreve a interpretar las decisiones del Tribunal Constitucional y decide ignorarlas: sin poder dejar de ser en momento alguno alcaldesa de Barcelona, no solo participa en el referéndum ilegal, sino que colabora en él activamente.

Y es que si, como dice el refrán, la cabra siempre tira al monte, a una activista irredenta, como Ada, toda manifestación le parece, por fuerza, maravillosa, pacífica y justificada por principio. Razón por la cual, según su manera peculiar de ver las cosas, no puede estar en ningún caso prohibida y si hay una prohibición no puede referirse a un acto tan bucólico y divertido como es ir de manifestación "espontánea" a depositar su voto en un referéndum de autodeterminación para defender el derecho de los catalanes a sustraer al conjunto del pueblo español la soberanía nacional que le reconoce la Constitución.