Enfilamos el coche de Jaime López "Capitán" hacia Tomiño. La inmersión en la naturaleza espléndida del Baixo Miño aquel día de sol obligaba a cantar un "Aleluya" y pusimos el de Händel para tararearlo aunque luego el moderno aparato de radio nos saltara a un reggaeton aperreado. Atrás iba Sesi Pino despotricando contra no sé qué política cuando llegamos a la recoleta Plaza do Seixo, que es como la de la Constitución en Vigo pero a la tomiñesa. Bella plaza y muy concurrida, en la que nos esperaba Mané Villa sin su pareja oficial, Juan Peixoto, que andaba por las Italias de negocio. Nos tomamos un vinito en el Entresons, donde hallé al Chito que conocí en otras batallas al frente del nuevo negocio y donde nos citamos con Ana Cruz Portela, que nos traía unas fotos de su hermano en Uruguay, Emilio G. Portela, del que publicaremos sus memorias desde que salió de Tomiño. Brindamos con Ana, que tiene en Nueva York dos sobrinos que llevan la hostelería gallega a las alturas, pero ya hablaremos... ¡Qué momento, el de Sesi Pino y Jaime Capitán entrando en el gimnasio VYC de la calle Daniel Calzado, ante la escultura arbórea de Liliya Dorlikova, casada con el artista Nando Álvarez, a pedir un vino, confundidos! ¡A un gimnasio!

De visita al mercado

En la misma plaza está el Mercado de Tomiño, al que le dieron un merecido premio de calidad por sus instalaciones, de lo que debe estar orgullosa la brava y bella alcaldesa Sandra González, a la que no debéis llamar así porque no le enrolla. En el mercado conocí a Paco, el de Pescados Narcisa, un tipo molón y hablador al que le compraré alguna pieza marina la próxima vez. ¡Y vaya bar corona la primera planta! El Amata de los hermanos Cuétara, donde nos tomamos con un vino Ladairo un hígado encebollado delicioso, fórmula de la abuela astur. ¡Hombre, si estaba allí Mino Álvarez, ese tipo cordial al que conocimos en los 80 en Vigo, tras su vuelta de Brasil, en pubs como el Gwendall, Blanco y Negro y en el hotel Ciudad de Vigo! Las fotos del viejo Tomiño y sus gentes que hay por el bar son un prodigio de la memoria fotográfica. Mané nos explicó en plan guía qué hacían un grupo de decenas de mujeres de hace 50 años tocadas todas con caldero en una de las fotos. "Están apagando un fuego", dijo todo serio. ¡Pero si están esperando el camión de la leche!, dijo Mino desternillado.

Y con Cecilia en A Salgosa

Y llegamos a nuestro destino, ahí en el barrio de Vilachán, donde estuvo el Ayuntamiento tomiñés hasta 1816, y habíamos quedado con Cecilia. Bella casa la de Cecilia y su marido Felipe, rehabilitada con sencillez y gusto, y en su bajo con una hermosa bodega furancheira, A Salgosa, con lareira fantástica a cuyo fuego comimos sobre un carro y hasta me eché una breve siesta. Cecilia nos puso un chorizo y un salchichón de la casa y unas puñetas (bacalao fresco con cebolla rociado de aceite grueso) para que sirviera de antesala a un pollo frito que antes correteaba por el lugar. Fantástica comida y al tiempo sencillísima. A la vuelta a Vigo, aprovechamos para ir al tanatorio a dar el pésame a una amiga. ¡Y Sesi firmó, confundido, en el de al lado!