Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sólo será un minuto

La mujer del espejo eres tú

Sara: "Cambiar duele. Sobre todo, cuando más lo necesitas. Cuando todas tus fórmulas se han vuelto anticuadas, caducan las claves, se oxidan las llaves que un día abrieron puertas que deseabas cruzar. Cambiar cuando se hace imprescindible hacerlo exige algo más que fuerza de voluntad. Exige admitir las debilidades que una vez te fortalecieron, mirar al espejo y admitir que te mira una extraña que no tiene derecho a exigirte responsabilidades pero a la que tampoco puedes reprocharle nada. Porque fuisteis aliadas, que es lo mismo que decir que os unió una complicidad en ocasiones tóxica. Duele admitir que muchos esfuerzos fueron equivocados, que el rumbo decidido pasó a ser un desvarío, que las razones esgrimidas para cambiar de bando o quedarte en el sitio, quieta parada, estaban basadas en equivocaciones. Peor aún: en miedos. Qué sería de las personas como yo sin miedo, ¿verdad? Miedo a aceptar lo que somos y lo que nunca seremos, miedo a dejar pasar trenes que nos convienen pero que viajan a destinos que no nos interesan, miedo a soltar ramas que nos sostienen pero nos limitan. Nos impiden cambiar de alturas aunque arriba haga frío y abajo estemos cerca del fango. Duele cambiar y decir adiós a tantas cosas tontas, a tanta relación superficial, a tanta ocupación sin entrañas, a tanto tiempo muerto en compañía de extraños a los que queremos querer aunque no nos quieran. Podría decir ahora mismo: mañana empezaré a cambiar. Aunque duela. Es más: para que duela. Pero ya nos conocemos. No lo haré. Basta de traicionarme, paso siguiente a la decepción. Demasiadas promesas a la mujer del espejo que me reprocha y me comprende. Demasiadas promesas incumplidas. Hagamos una sencilla: no voy a cambiar. Entre el dolor y la tristeza, elijo la tristeza".

Compartir el artículo

stats