Conviene a este escribidor no ofrecer nombres ni datos muy concretos, pero toca decir que la entrada en política no puede ser la tabla de salvación para los problemas derivados del desempleo. Pasan lo años y por este desagüe siguen colándose esos deseos. Ocurre en todas partes y en todos los partidos y, lo que es peor, acostumbra a ser el origen de las excisiones de partidos, más incluso que el propio ego. ¡Demasiado tristre!. Basta con rascar un poco y de inmediato aparece el problema del dinero como el verdadero gestor de un conflicto político, envuelto con el celofán de los ideales. Ésta es la mejor manera de padecer una clase política mediocre. El miércoles pudimos comprobar como el que fuera colider de Podemos, Ïnigo Errejón, sufrió un escrache por parte de un grupo de jóvenes de ultraizquierda. La percepción que tienen los protagonistas de ese desencuentro de los que antes consideraban sus héroes es que se acostumbraron al sillón y al buen salario y que su política progresista no fue más allá de algún carril bici. ¿Será todo por el dinero?