A primera vista da la impresión de que el informe presentado por la presidenta del Consello Económico e Social de Galicia sobre el Corredor Atlántico va a significar un refuerzo clave para el éxito de la reclamación. Y no sólo porque añade un peso social -indispensable- a su importancia estratégica, sino porque se refiere ya a un Noroeste "completo" tras la adhesión de la portuguesa región Douro. Es cierto que la coyuntura electoral española y europea no favorece los planes de la alianza, pero no lo es menos que tampoco tiene por qué perjudicarla. Todo depende de la voluntad y de la persistencia de la sociedad.

Esa aspiración no resulta exagerada. A partir de la repercusión que el Corredor puede y debe tener en la definitiva solución de las conexiones de los puertos mediante trenes y material modernos con la red ferroviaria española y europea, es lícito suponer que la repercusión a corto y medio plazo de esos enlaces facilitará la consecución de dos grandes objetivos. El primero, un más rápido acceso de los productos de todo el Noroeste a los mercados de la UE, con su consiguiente beneficio económico para las comunidades, del mismo modo que la mejoría de las perspectivas de salida, entrada y paso de mercancías de y hacia los países de América por el litoral.

El segundo de esos objetivos, de menor escala -pero no importancia- es, como ya se ha repetido, el fortalecimiento de la Euro Región Galicia/Norte de Portugal. Para lo que resulta, también, "vital" -en palabras de doña Corina- la integración formal en ella de Asturias y Castilla y León y un ferrocarril para mercancías que esté a la altura de su potencial de presente y de futuro. Esa parece ser la visión estratégica del CES y su presidenta y esa sería, además, una tarea que desencadenaría otras que el Consello ya planteó en ocasiones anteriores. Que incluyen una adecuada relación entre las líneas que hoy existen, lo que provocaría una serie de inversiones claves para reducir el índice de desempleo en todo el territorio que engloba esta híper-región.

No se trata de soñar, evidentemente, sino de planificar y apoyar desde todos los ángulos posibles lo que pueda beneficiar a Galicia y a sus vecinos. El Consello Económico e Social tiene, por obligación pero también por vocación, que dinamizar y coordinar el apoyo de todos aquellos sectores a los que integra y que, sin duda, representan en gran medida todo eso que se ha llamado "fuerzas vivas" por más que, para ser justos, algunas veces hayan parecido en estado de catalepsia. Pero como el balance impulsor del CES como impulsor es positivo, cabe reclamar que siga así.

Queda, en fin, otra reflexión que hacer para insistir en la importancia decisiva que muchas veces tiene el peso del apoyo que reciba un gran -y también complejo y costoso- proyecto. No sería la primera vez que, por desgracia, el Noroeste tiene la oportunidad de trabajar en conjunto para lograr frutos comunes y se desperdició por motivos discutibles, entre ellos la supuesta "falta de rentabilidad". Y hay que plantear la existencia de otra que debe contar tanto o más: la rentabilidad social. Y que se demuestra precisamente con el peso representativo de toda una sociedad que ya está unida en lo esencial y que conforma la población del cuadrante. Y en eso, el CES, cuenta. Y mucho.

¿Verdad??