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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El sarcasmo

Hay que reconocer, guste o no a los mencionados, que a día de hoy la izquierda variopinta gallega es posible que sobreviva al viento electoral. Se presente como se presente, una o trina, e incluso obtenga los resultados que obtenga tiene un suelo de incondicionales que, inasequibles al desaliento, le mantendrán su apoyo. La cuestión está en saber cuántos quedan en el llamado "partido instrumental" que se bautizó como En Marea, es ya un muerto viviente y sólo espera que se le firme el certificado de defunción en las urnas, dada la presumible marcha de sus referentes históricos. Que abandonarán a quien nunca quisieron de verdad, que es el señor Villares, para patentar otra alianza -Anova, Podemos y EU- y seguir tocando el tambor.

Dicho eso, que es tan opinable como probable, parece útil matizar que no se maneja la idea para despreciar a nadie, aunque es lo cierto que por lo que venían haciendo en estos últimas semanas sus cuadros y sus militantes, sería más exacto subrayar que provocaban cierta tristeza. Y no porque hayan acabado con un proyecto positivo sino porque han demostrado hasta la saciedad que el cainismo, un mal que se venía diagnosticando como muy frecuente entre los conservadores, ha llegado ya a la izquierda y por lo que se ve, de una manera especialmente agresiva.

El último de los episodios en los que quedó claro que EM era ya apenas un reñidero fue el que protagonizaron los cinco diputados que, como subgrupo, forman parte de la estructura parlamentaria de Podemos en el Congreso. La dirección "instrumental" decidió que el quinteto habría de votar contra los presupuestos de Sánchez y sólo una diputada, Alexandra Fernández, lo aceptó y cumplió. Los otros cuatro, con el podemita jefe Gómez Reino a la cabeza, dieron explicaciones que parecían sacadas de un manual para salir de apuros y que no convencerían ni al autor del imaginario texto. Pero fue el parte de la autopsia.

A partir de ahora habrá que ver cómo reacciona eso tan pomposo que se define como "las bases" y, sobre todo, los votantes. Pero la apuesta de una parte del nacionalismo gallego, con Beiras y el alcalde de Santiago a la cabeza, por Podemos y los comunistas clásicos de EU tiene muchos riesgos. Y, sobre todo, van a significar probablemente un impulso clave para el BNG, con quien se puede estar o no de acuerdo pero no se le discute la coherencia, una baza que en el electorado moderno significa bastante más que en el de antes, quizá por hartazgo de cismas.

De momento, la reacción más llamativa fue la del presidente de la Xunta. El señor Feijóo, a quien nadie debería negar una buena cintura y reflejos políticos notables, aprovechó para enviar un mensaje urbi et orbi -con perdón- que pareció dirigido a EM pero que podría extenderse ahora a sus restos, nacionalistas o no: "es un sarcasmo que quienes presumen de defender en exclusiva a Galicia en el Congreso", dijo, "respalden a los que la olvidan o la menosprecian con los presupuestos de Sánchez". Y a los aludidos no les bastará con replicar que el PPdeG apoyó las cuentas de 2018, los de Rajoy, que no eran del todo buenas para este Reino pero que, comparados con el proyecto de 2019, parecían el maná. Y la gente del común sabe distinguir.

¿Eh??

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