La unión de la izquierda no se puede fraguar a través de reuniones en lo que lo único que se decide es volver a reunirse. Es como aquello de Groucho Marx cuando habla de que la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. En fin, algo que no lleva a ninguna parte, pero no por eso va a dejar de formar parte del ideario de la unidad, que no es parte que es el todo. Es como lo del diálogo entre Gobierno y los independentistas catalanes. Dialogar solo para dialogar sabiendo que no se llega a ninguna parte no vale para nada, pero ofrece una imagen dialogante. Otro absurdo. Pero hay gente que se cree todo eso. Si de verdad hubiera voluntad política los significados políticos de esa izquierda lo escenificarían con una imagen inequívoca. Y no ocurre así.