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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Lo que sea un traidor

En capítulos anteriores de estas intrascendentes crónicas habíamos dejado a los principales representantes de la derecha política española (PP, Ciudadanos, Vox) indignados con el comportamiento del presidente del Gobierno, señor Sánchez, al que acusaban de hacer intolerables cesiones de soberanía a los independentistas catalanes a cambio de su apoyo al proyecto de Presupuestos del Estado. Y la gota que desbordó el vaso de las pasiones patrióticas fue la noticia de que el presidente había aceptado la presencia en la mesa de negociaciones de un "relator" a modo de notario con capacidad de mediación, lo que suponía tanto como reconocer implícitamente la categoría de Estado a la representación de la autonomía catalana.

El alboroto fue notable y aún lo fue más cuando a las filas de los escandalizados por ese tratamiento protocolario se unieron conocidos personajes de la nómina socialista como Felipe González, Alfonso Guerra, y otros dirigentes autonómicos. El expresidente manifestó su preocupación por el deterioro institucional que tal reconocimiento suponía y el exvicepresidente afiló su ironía más ácida para ridiculizar la categoría intelectual de su compañero de partido en la presentación de un libro de memorias. "Al menos este lo he escrito yo", dijo en alusión al que sacó a la luz Sánchez (Manual de resistencia) y que todo el mundo sabe que se debe a la pluma de la secretaria de Estado Irene Lozano.

Las descalificaciones y los insultos fueron abundantes (felón, usurpador, okupa?) y el nuevo presidente del Partido Popular, señor Casado, llegó incluso a acusarlo de "alta traición". La excitación, sobre todo mediática, crecía como la espuma y en ese clima pasional los dos máximos dirigentes del PP y de Ciudadanos vieron la ocasión para convocar en Madrid una gran manifestación en defensa de la unidad de España y en demanda de unas inmediatas elecciones generales. Lo de la unidad de España ante el peligro de que el Estado se rompa en pedazos es un tema recurrente de la derecha española que viene funcionando desde los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil y durante la dictadura franquista ("la unidad de los hombres y de las tierras de España", decía el general ferrolano en sus discursos). El argumento es intelectual y políticamente grosero pero volvió a funcionar y Sánchez asustado por el cariz que iba tomando el asunto decidió suspender el diálogo con los soberanistas catalanes, que viven fundamentalmente de los errores que comete la gobernación del Estado porque es evidente que no tienen la fuerza necesaria para imponer sus tesis.

La manifestación resultó menos concurrida de lo que suponían sus promotores pero ocupó espacio en los medios, que es de lo que se trataba. Lo que sea la traición y los traidores es un asunto de larga tradición en nuestra historia. En las antiguas murallas de la hermosa ciudad de Zamora hay una puerta llamada de la Traición que es la que usó el traidor Bellido Dolfos para engañar y luego matar al rey don Sancho II de Castilla durante el cerco de la ciudad que gobernaba su hermana doña Urraca. Y hay otras puertas de la Traición en Teruel, en Murcia y en Badajoz. Ahora, la puerta de la Traición está, al parecer, en la Moncloa.

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