Inasequible al desaliento, la izquierda gallega ha decidido mantener su ofensiva contra la política sanitaria de la Xunta tanto en el Parlamento como en la calle, incluyendo en el estrafalario invento de la comisión "paralela" de investigación. Quiso abrir un nuevo frente durante la una sesión de control con un intercambio de alusiones con el presidente Feijóo acerca de la situación en Venezuela, pero al menos en opinión de quien esto escribe solo certificó su inepcia argumental, impropia por cierto de los varios profesionales que tienen acta en las filas de la oposición.

El motivo de este punto de vista se basa sobre todo en la insistencia acerca de las denuncias sobre supuestas muertes sospechosas en dependencias hospitalarias públicas que endosan a negligencia y/o falta de recursos. Y, aparte de que sorprenda el silencio de algunos de sus colegas aludidos -que optan por esa actitud quizá ignorando que qui tacet dat, y eso les compromete- llama la atención la ausencia de acciones -o al menos de noticia concreta sobre ellas- que la gravedad de lo que se tiene afirmado exigiría siquiera por obligación de conciencia social.

La reiterada procesión "protestante", junto a la falta de rigor y la ausencia de pruebas verificables en las acusaciones son, cuando menos, razones más poderosas para suponer que la movilización tiene un fondo partidista y una superficie electoral. Lo que sería incluso legítimo si no se fundamentara en rumores de pasillo que, sin ir acompañados de denuncias al menos admitidas, no pasan de ser un ejercicio impropio de quienes, por la naturaleza y consecuencias de ese tipo de actuaciones, no merecen siquiera la consideración -tan utilizada entre los media- de "fakes news". Y menos aún recibir la atención que se le ha proporcionado.

Junto a eso, resulta particularmente llamativa la actitud opositora ante datos que, como la posible ampliación de las plazas MIR -una hipótesis recogida en FARO como ejemplo de posible salida colateral a la crisis de falta de facultativos/as-, apenas obtuvieron más que diatribas o desconfianza. Y ni una palabra tampoco sobre otra hipótesis, ya explorada por el Sergas, de la contratación de personal sanitario extranjero con titulaciones debidamente homologadas. Ni tampoco hubo reacción sobre la sorprendente petición de algunos colectivos reclamando la reducción de plazas en facultades de Medicina.

Siempre desde el respeto a la discrepancia y al derecho, y la obligación opositoras para controlar al Gobierno y criticarlo cuando sea menester, no debiera ser necesario recordarle a los grupos que la integran la lealtad institucional. Que se practica ante los electores y que se resume en colaborar para resolver los problemas colectivos y dejarlos al margen de los intereses particulares en aras al bien común. Sobre todo cuando algún que otro partido, que como el PSdeG presume de su buena relación con el Gobierno central y sus terminales, podría jugar un papel influyente a la hora de analizar cuestiones como las de la homologación o la de ampliación de plazas MIR. Suponiendo, claro, que su procesión se dedique a un fin positivo, y no sólo a desfilar detrás de un santón supuestamente benefactor de la salud pública que, en realidad, no arregla ni los entuertos más sencillos.

¿Eh??