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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

La nostalgia ya no es lo que era

Hay como un retorno a la España cañí de los toros y la Semana Santa, hasta tal punto que incluso la estrella de los premios Goya -tan rojos, en apariencia- fue una cantante tardoflamenca que interpretó con gran sentimiento una canción de Los Chunguitos.

Rosalía, que así se llama la vocalista, no hizo otra cosa que sumarse a la tendencia vintage ahora en boga, así en la política como en las artes y en las costumbres populares. No tardaremos en echar de menos otras tradiciones ya abandonadas, tales que el despeñamiento de cabras desde un campanario o la corrida del gallo, que ahora se ejecuta, para suerte del animal, con un bicho de plástico.

No ha de ser casualidad que el más famoso diario deportivo de la Península ofrezca estos días a sus lectores un modelo a escala del Seat 600 D, que fue el coche con el que el anterior régimen motorizó hace sesenta años a los españoles. Aquella España del pisito y el cochecito, tan atinadamente representada en el cine por Marco Ferreri, evoca ahora nostalgias más bien imposibles en los sexagenarios y septuagenarios que vivieron en su juventud esa época.

Nada más lógico si se tiene en cuenta que las generaciones del baby boom empiezan a ser mayoritarias -o casi- en este país. No hay más que echar un ojo a las páginas de Facebook para encontrar decenas de grupos entregados a la añoranza de tiempos seguramente peores, si bien ennoblecidos por los recuerdos de la infancia, que es la patria de todos. O eso decía al menos el poeta Rainer Maria Rilke, que era austrohúngaro y, por tanto, poco sospechoso de casticismo hispano.

Todo tiempo pasado fue anterior, como nadie ignora. Los episodios de revival y morriña tienden a repetirse también de vez en cuando. Si ahora nos tocan la fibra sentimental el Seat 600 y Los Chunguitos -en su versión actualizada-, otro tanto había ocurrido ya a principios de este siglo, cuando se puso de moda la vuelta a los años setenta.

No es que entonces volvieran a las tiendas los espantosos pantalones acampanados que uniformaron al mocerío setentero; pero a cambio, los Beatles sumaron en el año 2000 otro número uno en ventas con su enésimo álbum recopilatorio y obviamente póstumo. También empezó a arrasar entonces en las pantallas del saloncito de casa la seria nostálgica "Cuéntame como pasó", que ahí sigue dieciocho años después, tal vez para demostrar lo mucho que a los españoles les pirra el pasado.

Luego vendría la resurrección en cuerpo presente del Festival de Eurovisión, con el que tantos críos hoy añosos se iniciaron en el aprendizaje básico de idiomas, gracias al Spain, ten points, L'Espagne, dix points a modo de sonsonete antes de irse a la cama.

Lo de ahora es la eterna historia del retorno a la infancia que algunos partidos utilizan, cierto es, para venderle al votante los chistes viejos con caras nuevas del TBO, que también fue un comic que sentó tendencia en este país. De ahí, quizá, que su programa electoral apele a los toros, a los capirotes del Jueves Santo y, de seguir así, a la calabaza Ruperta del "1, 2, 3, responda otra vez".

Estamos en ese arriesgado momento en el que las generaciones caen en la tentación de identificar los buenos tiempos de la Historia con los de su juventud. Lástima que ya ni siquiera la nostalgia sea lo que era.

stylename="070_TXT_inf_01"> anxelvence@gmail.com

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