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Antonio Rico

Fernando Savater es un mentiroso

Fernando Savater miente cuando dice que nació con el firme propósito de no trabajar porque el filósofo de San Sebastián ha trabajado tanto y tan bien como profesor, ensayista, novelista, polemista, analista y tábano socrático de nuestro tiempo que aceptar que Savater no ha pegado un palo al agua en su vida es como decir que Messi no ha jugado al fútbol o Paul McCartney no ha compuesto canciones. Ahora bien, Fernando Savater no miente cuando dice que nació con el firme propósito de no trabajar si tenemos en cuenta que "trabajo" deriva de la palabra latina "tripalium", un instrumento de tres palos que se utilizaba para amarrar caballos o bueyes y también para sujetar a los esclavos mientras eran azotados. Si el trabajo es una tortura o una actividad fatigosa con la que Dios, en su infinita bondad, castigó el supuesto pecado de Adán y Eva cuando comieron el fruto del árbol prohibido, entonces Savater dice la verdad. Si el trabajo es dedicar la vida a la alegría de hacer lo que se quiere hacer, obteniendo con ello un beneficio para sí mismo y para la humanidad, entonces Savater es un mentiroso. Yo creo que Savater es un gran mentiroso.

Que Savater merece un hueco en "Imprescindibles" (La 2) es algo que solo pueden discutir los pobres de espíritu, algún que otro fanático y (cuando escribo esto un frío escalofrío recorre mi espalda) los que creen que el estudio y la palabra son cosas demasiado serias como para dejarlas en manos y labios de sabios alegres como Savater. Si no han visto el documental "Ahora que lo pienso", que recorre la vida y la obra de Savater con la belleza y elegancia de un paseo otoñal por la playa de La Concha, deberían dejarlo todo para pasar una hora en compañía de uno de esos tipos imprescindibles que, como decía Camus, justifican el mundo y ayudan a vivir con su sola presencia. Fernando Savater, el filósofo que mezcla a Cioran y Voltaire con "La isla del tesoro" y las carreras de caballos; el sabio que nos recomienda pensar lo que queramos, pero pensándolo; el divulgador que entendió la importancia de escribir para los jóvenes libros como "Ética para Amador" y "Política para Amador"; el ciudadano que decidió hablar alto y claro cuando muchos se empeñaban en susurrar a los caballos de la intolerancia. Savater, ese imprescindible y enorme mentiroso.

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