Tengo una foto de 1987 en la Factoría Cultural Multimedia, en Lugo de Llanera, en aquella nave recién restaurada, donde posamos los cinco socios de aquella aventura: Rodrigo Uría, Chus Quirós, Juan Cueto, Ana y yo. Ellos se han ido antes de tiempo con toda su sabiduría y su bondad, siempre tan necesarias. Juan ha estado presente en mi vida cinco décadas. Siempre fue el más inteligente, el más moderno, el mejor informado, el más brillante. Irrepetible.

En un "Asturias Semanal" de septiembre de 1971 aparece Juan junto a nosotros paseando por Mieres. Ana era la protagonista de "Sabor a miel", de Shelagh Delaney, aquella misma tarde en el teatro Pombo. Son las primeras fotos que nos hicimos Ana y yo. En el reportaje se anunciaba que comenzábamos a rodar "Morbo" dirigidos por Gonzalo Suárez en San Feliú de Guixols (Gerona) en los días siguientes. Juan era uno de los guionistas, como luego lo fue de "Al diablo con amor", también de Gonzalo, con nosotros de protagonistas, rodada íntegramente en Asturias.

Ya era Juan entonces un escritor brillante, capaz de adelantarse a las tendencias informativas, semióticas, porque sabía todo e intuía que lo que estaba sucediendo en Europa (Francia, Italia) acabaría invadiéndonos.

Nos contó antes que nadie que no hay nada más universal que lo local. ¿Inventó él la palabra glocal?

Me tomaré un gin-tonic a su salud y hojearé cualquier ejemplar de la colección de "Cuadernos del Norte". Viva demostración de cómo Juan era capaz, desde un pequeño lugar en el mapa, de convocar y multiplicar el talento.