Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago.

La próxima batalla de Europa: espacio abierto o fortaleza

"Tenemos que librar una gran batalla cultural por el futuro junto con Macron y contra Orbán, a favor de los valores y en contra de los muros". Son palabras de hace un par de meses de Matteo Renzi, el hombre que quería reformar Italia y cuyo Partido Democratico sufrió un doloroso descalabro en las pasadas elecciones de ese país. Retórica aparte, tenía razón el ex jefe del Gobierno italiano: el dilema ante el que se encuentra la Unión Europea es si ser un espacio abierto de solidaridad o una fortaleza aislada del mundo exterior.

De solidaridad, por desgracia, se ha visto muy poco últimamente tanto hacia fuera como también dentro de la propia Unión, y sí por mucho por el contrario de egoísmos nacionales y "sálvese el que pueda". Y que la UE se decante por una salida u otra dependerá en cierto modo del resultado de las próximas elecciones al Parlamento europeo, las primeras con Emmanuel Macron en la presidencia de Francia y las últimas de Angela Merkel como canciller federal de Alemania.

Cuatro grandes corrientes se enfrentarán en las elecciones del 26 de mayo: la que podríamos calificar de "ultranacionalista autoritaria", la popular-conservadora, la liberal y la que forman los diversos grupos ecologistas y de izquierda socialdemócrata o marxista.

La primera, representada por el Rassemblement National de la francesa Marine Le Pen, la Lega de Matteo Salvini o el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), propugna estrictos controles fronterizos, exclusión de las minorías y otras medidas que conculcan unos supuestos valores europeos. Las distintas fuerzas de esa ultraderecha entrará en el próximo Parlamento europeo con dos grupos: en el primero estarían el Rassemblement National francés, de Marine Le Pen, la Lega del italiano Matteo Salvini o elPartido de la Libertad de Austria (FPÖ).

El segundo, en el que ya no figurarán ya por el Brexit los tories británicos, lo integran partidos que podemos calificar de nacional-conservadores como el polaco Ley y Justicia, de Jaroslaw Kaczynski, o los Demócratas Suecos. La derecha ocupa un amplio espectro que va desde la más moderada CDU, de la canciller federal alemana Angela Merkel, hasta el extremista Fidesz del ultranacionalista jefe del Gobierno húngaro Viktor Orbán. Es éste un político al que el Partido Popular Europeo no ha querido expulsar del grupo por los escaños que representa para ese grupo y seguramente también por la derechización de otros de sus miembros como el PP de Pablo Casado. Resulta en cualquier caso significativo que en su última resolución, el PPE propugnara la defensa ya no de la democracia "liberal" sino "cristiana", siguiendo en ello al húngaro, que identifica identidad europea y cristianismo. El Partido Popular Europeo continuará con toda seguridad como la mayor fuerza en el Parlamento y es además probable que uno de sus políticos, el cristianosocial bávaro Manfred Weber, sustituya a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea, con lo que se reforzaría la hegemonía alemana en la UE.

Vienen luego los grupos liberales, entre los que habría que incluir a la lista Europe en Marche del político en quien muchos europeístas a uno y otro lado del Rin habían depositado todas sus esperanzas: el presidente Emmanuel Macron. El liderazgo europeo del francés se ha resentido, sin embargo, del violento rechazo por buena parte de sus compatriotas de las políticas reformistas de corte claramente neoliberal acometidas por su Gobierno: rechazo visibilizado en la revuelta de los chalecos amarillos. Un problema adicional de Macron es la elección de socios en Europa: entre ellos estarían el duro primer ministro holandés Mark Rutte y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, partidarios ambos de un rumbo ultraliberal en economía.Rutte es un fuerte crítico de los planes de reforma de la UE propuestos por Macron y su partido ha extremado además de un tiempo a esta parte su postura frente a la inmigración.

El panorama de la izquierda parece, fiel a su tradición, una sopa de letras: va desde el grupo Verde/Alianza Libre Europea y la Primavera Europea, del griego Yanis Varoufakis, hasta el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/ Izquierda Verde Nórdica, que incluye a IU y Podemos, pasando por la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, donde está el PSOE. Algunos como los Verdes, Primavera Europea y los distintos grupos socialdemócratas son, al igual que la Europe en Marche, de Macron, decididamente pro-europeos aunque difieren de éste en su idea de lo que debe ser la UE.

Si el presidente francés lucha por una Europa más liberal y competitiva en una economía globalizada, los ecologistas y la izquierda tanto socialdemócrata como marxista propugnan una Europa más igualitaria y social, menos dominada por el mercado y las finanzas.

Pero no todos dentro de la izquierda expresan la misma confianza en la posibilidad de reformar la UE: así, por ejemplo, al frente de la Francia Insumisa, que forma parte de la Izquierda Unitaria Europea, el nacionalista francés Jean-Luc Mélenchon no oculta su deseo de presentar batalla a Bruselas, aunque sea desde las antípodas políticas de su compatriota Marine Le Pen.

Compartir el artículo

stats