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El primer premio de la lotería de los Reyes Magos de este año ha caído en Barcelona y el tercero de ellos en Sabadell. La maniobra es tan obvia como burda: se trata de hacer creer a quienes dudan acerca de la unidad de destino en lo universal que es el proceso soberanista de que los reyes no solo existen sino que, además, conceden carácter de pertenencia a España de territorios situados en la nueva república. ¡Un sorteo, amañado, claro, en Madrid va y favorece a dos ciudades catalanas! Qué escándalo. Imagino que TV3 se habrá apresurado a contrastar ese ataque antinacionalista en la correspondiente tertulia.

Por suerte, un actor vestido de Baltasar se encargó en Andoain, provincia -de momento- de Guipúzcoa, de explicar a los niños que habían ido a ver la cabalgata que los reyes no existen, que son los padres. Pero ni aun así, porque lo que tendría que haber aclarado de una vez por todas es que reyes, no hay, que lo que existen son los presidentes de la república, que son dos, no tres, y que no fueron a Belén sino a Waterloo, uno de manera permanente y otro en la visita institucional de todas las semanas.

La verdad escuece pero hay que predicarla. Aunque queda pendiente en esa labor pedagógica de absoluta prioridad el darles algún hueco a los padres que, al fin y al cabo, son los que se encargan, si pueden, de los regalos. Ya está: los padres no son los reyes sino los comisarios dispuestos en cada familia para hacer llegar la alegría proclamada antes en los despachos. Por cierto, ¿se han acordado de atar con cinta amarilla cada paquete? Si no lo han hecho, ojo a los agentes encargados del orden, que no queda claro si son los Mossos. Hay para desconfiar de los Mossos, dispuestos como están a soltar mensajes descorazonadores en vez de hacer su trabajo. Cabe esperar que ya hayan sancionado al que se atrevió a decirle a un ciudadano que los reyes no existen y la república, tampoco.

Algo tendrá que existir, digo yo, pero los periódicos están contribuyendo a crear confusión mediante reportajes dedicados a explicar que los reyes magos son un mito y la historia real es otra. Vaya por dios. Yo, al menos, tenía claro que la tradición es auténtica, que las estrellas van y vienen y hasta se paran encima de la cueva para que tres reyes que no eran sabios, que va, pero sí magos adoren al Mesías sabiendo que es él incluso sin necesidad de esperar a que le aprueben la EGB. Oro, incienso y mirra lo podemos tomar, eso sí, por una metáfora. Se trata en realidad de presupuestos generales, competencias transferidas y premios de la lotería que exigirán en adelante otro nombre. Hay formada ya una comisión en busca del más oportuno. Sorteo de los presidentes de la república con poderes mágicos de ubicación es demasiado largo. Y poco sonoro. Ya lo tengo: podemos llamarle sorteo de que viene el lobo. Con una fe de erratas que ponga que, allí donde dice lobo, debe leerse vox.

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