Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Santiago Lago Peñas.

Elogio de la moderación

En España tenemos un problema muy serio en el espacio político. La polarización y la crispación que dominan el debate público no representan el sentir y el pensar de la mayoría de la población. Necesitamos una cura de reequilibrio y moderación. Algunos ejemplos. Entre el independentismo, por un lado, y la abolición de las autonomías, por otro, aparece la reforma del actual Estado Autonómico para resolver sus bien identificados problemas y mejorarlo. Entre subir el Salario Mínimo Interprofesional el 22% en un solo año, al margen del acuerdo de los agentes sociales, y congelarlo, existe la vía de una subida gradual a lo largo de varios años y pactada que permita ajustarse progresivamente a las empresas. Entre negar el cambio climático y los efectos altamente nocivos de la contaminación atmosférica, por un lado, y anunciar la muerte súbita del diésel y el nacimiento de la movilidad eléctrica, por otro, está el pacto entre partidos y los múltiples agentes involucrados que contemple de manera realista un ritmo ambicioso de sustitución de vehículos de combustión por otros eléctricos, teniendo en cuenta tanto la capacidad de producción de coches como de adaptación de la infraestructura residencial y pública.

Podría seguir enumerando ejemplos en el ámbito de la educación, las pensiones, la violencia de género... En muy poco tiempo, hemos pasado de ser un país en avance, con alternancias políticas que no suponían rupturas con el pasado, de amplios consensos sobre numerosos asuntos, a un país crispado en lo político, en el que los partidos extremistas florecen y las importantes reformas pendientes se orillan. Son los partidos políticos los que están polarizando a los ciudadanos y no al revés.

La solución está clara: que los partidos de ámbito estatal que por tradición (PP y PSOE) o por genética (Ciudadanos) nunca han creído en rupturas y revoluciones abracen de nuevo la moderación de discursos y políticas, renuncien a la demagogia y persigan pactos y consensos reformistas. Si unos y otros miran hacia los extremos en vez de hacerlo hacia el centro, no cabe ser optimistas.

*Director del Foro Económico de Galicia

Compartir el artículo

stats