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Francisco García.

La chunguez¶

Hay palabras en nuestro idioma que se tragan a las demás. Palabras voraces, golosas, comilonas de otras. Para que cobren mayor importancia, les hemos puesto un nombre de alto copete: las llamamos hiperónimos.¶ Un "hiperónimo" es la palabra cuyo significado está incluido en otras.

Por ejemplo, "pájaro" es hiperónimo de "jilguero" y de "gorrión" y de "estornino". La voz "flor" es hiperónimo de "rosa" o de "clavel". De entre los muchos que existen, hay un hiperónimo que se suele poner de moda por las fechas prenavideñas, aunque su uso se mantiene latente durante todo el año. Lo usa todo quisque, incluidos niños y militares sin graduación. Me refiero a la palabra "chungo".¶ La Real Academia Española nos explica que proviene del caló, una variedad del romaní que hablan los gitanos de España, Francia y Portugal. En caló, "chungo" quiere decir "feo". Y en español hemos adoptado ese vocablo para designar a todo lo que tiene mal aspecto, se encuentra en mal estado o es de mala calidad, difícil, complicado. Así, hablamos de una película chunga o de que el tiempo está chungo o de que nuestro equipo lo tiene muy chungo con ese rival. (Añado una gracieta curiosa: en la Dominicana, chungo es el "querido", el amante).

Hiperónimo es de amplias tragaderas. Ahora que los peces beben y beben y vuelven a beber, que a Belén pastores, que a Belén va una burra, que ya vienen los reyes con el aguinaldo, ahora -digo- la palabra "chungo" no se cae de la boca de la población pesimista, incluidos de nuevo niños y militares sin graduación. Mi cuñado confiesa que las navidades le parecen chungas; mi tía, que nochevieja es una fiesta muy chunga; mi abuelo, que tanta compra inútil es chunga; mi sobrina, que las cenas familiares sí que son chungas. Prepárense ustedes a vivir en la chunguez, invadidos viviremos por la chunguería lingüística, por la chungada palabrera o como la llame la RAE.¶ Los hiperónimos son los asesinos del matiz. Unos criminales del detalle.

La gente ve el árbol (o sea, el hiperónimo) y no el fresno, el roble ni la higuera. Apliquémoslo -que es a lo que voy hoy- al estado de ánimo bajo o decaído, efecto colateral y paradójico de tanta bombillita y cascabel navideños. La gente pelmaza no solo está chunga sino que se muere de ganas por comunicarnos que está chunga. Y yo me quedo sin saber en qué consiste exactamente su chunguez. Cuando alguien me solmena que está chungo, no sé si quiere decirme que está triste, es decir, afligido y apesadumbrado.¶ No sé si lo que está es desconsolado, es decir, que no tiene descanso ni alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo. No sé si está abatido, es decir, sin ánimo.¶ No sé si está amargado, es decir, si guarda algún resentimiento por frustraciones o disgustos. No sé si está desolado, es decir, angustiado en extremo.¶ No sé si está melancólico, es decir, con tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, sin gusto ni diversión en nada. No sé si está nostálgico, es decir, con el recuerdo de una dicha perdida.¶ No sé si está pesimista, es decir, propenso a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable. No sé si está taciturno, es decir, que le molesta hablar. No sé si está pachucho, es decir, alicaído y desmadejado. No sé si está deprimido, es decir, que sufre decaimiento del ánimo. No sé si está malo o si su situación es enrevesada, complicada, terrible, horrorosa o ardua o compleja o laboriosa o peliaguda o embrollada o abstrusa o solo problemática o engorrosa o liosa. Los hiperónimos son las armas del poderoso para impedirnos especificar y distinguir, para empobrecernos.¶ Y "chungo" empobrece, nos come la tostada del significado exacto.¶ Cuando oigo "chungo", me quedo confuso o adusto u hosco, me vuelvo huraño. Y no quiero. Matíceme usted su chunguez.

*Catedrático de Lengua Castellana y escritor

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