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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las botellas

A la vista de cómo se interpretan aquí los hechos y las estadísticas, habría que concluir que en el dicho clásico acerca de la botella medio llena o medio vacía - según se mire- sería necesario referirse a toda una bodega para acertar. Y es que, por ejemplo, si la referencia es el desempleo, el batiburrillo resultaría espectacular: los números desfavorables para las tesis de los gobiernos se matizan con los doce meses anteriores al malo, mientras que los que demostrarían la eficacia de la Economía oficial se presentan por sí solos y sin comparaciones, que como se sabe son odiosas. Para demostrar esto basta con las reacciones que al balance del Inem de diciembre pasado han podido leerse: entre unas fechas y otras los gurús vuelven loco a cualquiera que se atreva a intentar enterarse de algo en serio.

Pero lo de las botellas, por más que parezca una simpleza, se queda corto al hablar de la riqueza o pobreza general de la sociedad en que se vive. Es verdad que para disimular, y hasta puede que para intentar confundir un poco, se ha inventado lo del PIB -o sea, lo del Producto Interior Bruto-, pero en el fondo el intríngulis sigue siendo determinar si los habitantes de un país son más ricos o más pobres que antes. Y ahí está, otra vez, lo de la bodega con sus correspondientes botellas. Porque a ver quién es el excelso analista que logra encajar dos hechos en apariencia imposibles: afirmar a la vez que el país prospera y que casi la mitad de sus familias pasan apuros para llegar a fin de mes. Los sabios aducen que no se pueden mezclar las churras con las merinas, pero eso sólo es cierto de vez en cuando ya que de igual modo que "todo o que cae nas redes é peixe", la aritmética simple no distingue razas y en un rebaño los borregos son todos borregos.

La moraleja, si alguien quisiera buscarla, sería más que discutible. Pero como en el fondo lo que se pretende argumentar es que en lo del paro, como en lo del PIB, como en lo del ahorro, la inversión o las oscilaciones de la Bolsa si además de una lupa o cristal para mirar se usa la ideología entonces el citado batiburrillo se puede convertir en el caos. Pero hay algo aún peor: que, como hace don Pedro Sánchez, no convengan ni la aritmética ni las ideas, y se pretenda jugar sólo desde la desfachatez. No es una actitud esa recomendable, pero en estos reinos cada día se extiende como una plaga, hasta el punto de que a unos se les llama de "extrema derecha" por considerarse españoles del todo, y a otros sólo radicales de izquierda a pesar de que sus monsergas recuerdan a veces a gentes tan poco moderadas como Trotsky o Bakunin.

Todo lo dicho, que solo pretende relativizar algunas de las cosas que se han convertido en absolutas -y entre las que no convendría olvidar, en opinión de quien esto escribe, la prima de riesgo- resulta especialmente aplicable con los números del paro referidos al último mes. Porque se mire como se mire, Galicia ha perdido empleo, y para nada consuela el que hablando de 2006 las cosas fueran peor que ahora. Ni tampoco sirve para sonreír el que en términos de España la cosa salga positiva: pensando en 2017, el balance debería obligar al gobierno censurado a censurar a su vez al censurante, es decir, a volver las cosas como estaban hace doce meses. Y no se puede, claro.

En definitiva, y referido siempre a este antiguo Reino, el panorama no parece como para tirar cohetes. No se habla en términos de política, claro, porque en eso hay una estabilidad a la que se le saca poco provecho: se refiere esta opinión personal a la economía con minúscula, que es la de la inmensa mayoría, la doméstica, la que a cada madre o a cada padre le produce dolor de cabeza o un cierto sosiego. Esa que parece diferente a la que ven los que gobiernan y los que se oponen, y que para unos apenas tiene importancia y para otros es la fundamental. Y, como puede comprobarse, también ahí hay una enorme bodega repleta de botellas que nadie sabe si están llenas o medio vacías. Por eso precisamente es por lo que la Política y la Sociología de vez en cuando parecen enemigas.

¿No ...?

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