En los juzgados de Cangas pusieron no hace mucho tiempo cámaras que vigilan el interior y el exterior del edificio. Lo hizo Xustiza sin nocturnidad, pero con toda la alevosía de la que se puede disponer, también sin rubor y de forma sigilosa, sin dar más razones que la supuesta seguridad. En sitios como Vilagarcía y Cambados las autoridades competentes anunciaron con pompa y boato este acontecimiento, que dicen que se enmarcan dentro de un esfuerzo de la Xunta para mejorar los recursos que están a disposición de la Administración de Justicia de Galicia, para lo que se piensan gastar cien millones de euros.

Por mucho que repaso el archivo no encuentro por ningún lugar que en la lista de reivindicaciones realizadas por trabajadores de Xustiza, primero, y jueces y fiscales, después, donde aparezca que es prioritario instalar cámaras que vigilen los pasillos y el área circundante al edificio. Se habla de más eficiencia, de más independencia, de medios materiales para realizar un trabajo mejor, pero para nada se habla de cámaras de vigilancia. Y ahora las preguntas: ¿Pero quién vigila al que vigila?. ¿Dónde están los límites? ¿La Justicia no era ciega?