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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

"Lo cierto es que" no lo es

Lo cierto es que "lo cierto es que" ya no significa "lo cierto es que". En su uso actual "lo cierto es que" es una especie invasora como el plumero de la Pampa, la uña de gato, el mejillón cebra o la cucaracha americana. Normalmente, "lo cierto es que" es falso, es una levadura que fermenta la frase y le da pompa. "Lo cierto es que" sólo debería ser usado cuando se quiere decir o escribir que algo es verdadero, sea para dejarlo bien sentado desde el principio, sea para distinguirlo, al final, de lo que es mentira.

En la conversación, "lo cierto es que" es una muletilla más lujosa que el "eeeee" castellano y el "aaaaa" catalán y arranca la marcha de la frase con paso firme, pero en la boca de un periodista, de un político, en el párrafo medio de un texto, en un ambiente de confidencias, "lo cierto es que" sugiere que todo lo anterior, posterior y alrededor no es cierto, es falso, es mentira, caca de la vaca.

Lo cierto es que "lo cierto es que" puede pensarse para que la lectura salte con red del final de un párrafo al principio del siguiente sin miedo y con suavidad, pero no debe ser escrito ni dicho, y la prueba de su vacuidad es que si se omite no se pierde nada. (Lea de nuevo la frase anterior siguiendo la instrucción que contiene y lo verá).

Descubrí la colonización de "lo cierto es que" en un libro cuyo asunto me interesaba pero en el que dejé de contar esta expresión inexpresiva cuando llegué a cien. La semana pasada estuve en huelga de lectura de "lo cierto es que". Cada vez que encontraba uno huía del texto como mirada que lleva el diablo, apagaba la radio como si me fuera la vida en ello o saltaba de canal en televisión aun a riesgo de caer en Trece TV. Súmese a la huelga y verá cuanto mejora su dieta informativa.

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